
Ayer
valorábamos la romería de este año felicitando a todos los
colectivos y organizaciones que han tenido relación con su
desarrollo y, por tanto, con su éxito. Hoy nos detendremos
expresamente en algunos en concreto, como es el caso de quienes se
encargaron de la vigilancia, control y seguridad de todos nosotros.
Guardia Civil, Policía Nacional, Policía Local, sanitarios y
sanitarias y Protección Civil supieron interpretar a la perfección
y en todo momento sus respectivas obligaciones, aportando lo mejor de
sí mismos y participando de manera muy activa en la totalidad del
enorme recinto a controlar. Ha sido tal su dedicación, tal su
implicación en el éxito final que tanto comentamos, que más bien
parecía que el número de ellos era mucho más de los que en
realidad se desplazaron hasta el cerro de la Cabeza. Y todo
precisamente por ese detalle: porque los encontrábamos por todos
lados, entre la gente y en circunstanciales atalayas observando
movimientos extraños, interesándose por todo y echando una mano a
quien les pedía ayuda.
La
Guardia Civil de Tráfico, especialmente, y olé por ellos y ellas,
tuvo que vérselas, como todos los años, con los inconvenientes
propios que genera el tráfico rodado, aunque las características de
la carretera, la cantidad de vehículos que albergó a lo largo de
los dos días claves de la romería y las prisas y exigencias que
suelen acompañar a conductores y usuarios cuando de aparcar se
trata, les obliga a un esfuerzo extra que no siempre premiamos como
en realidad merecen. Como el resto de sus compañeros, acudir al
cerro a poner orden en tanto caos exige dedicación exclusiva y casi
sin descanso, porque la tarea es mucha y la dispersión de la demanda
también. Por otra parte, el hecho de que el número de vehículos
haya sido claramente superior al de ediciones anteriores, participa
activamente en la carga de tareas, y no otra cosa ha acontecido en
esta romería, es decir, más vehículos y más personas reclamando
atención para su problema o necesidad, que casi siempre está ligado
con abusos, con la falta de zona de aparcamiento y con la proximidad
con el santuario.
Afortunadamente,
no se han registrado incidentes importantes, ni siquiera el de la
joven apuñalada, porque se produce por razones ajenas a la
convocatoria, ni conflictos que hayan necesitado de intervenciones
selectivas. El trabajo del equipo sanitario ha sido escaso si lo
comparamos con otras ediciones, y, cuando se ha necesitado su ayuda,
ésta ha sido efectiva y rápida, que es lo que demanda quien ha
tenido un contratiempo físico. Los profesionales de la sanidad
desplazados al cerro, casi todos con experiencia en esta romería,
acuden con todas las ganas del mundo de servir a quien los necesite,
porque su vocación de servicio, como todos los cuerpos implicados,
no admite dudas. En definitiva, un trabajo inmaculado y generoso que
exige nuestro aplauso y nuestra mayor consideración. Y es que cuanto
antes sepamos valorar la dedicación de los demás a algo tan nuestro
como es la romería, celebración centenaria y señera donde las
haya, mejor para quienes vienen hasta aquí con un objetivo concreto:
ayudarnos. Que lo hagan mejor que bien, que no conozcan descanso, que
rebajen tensiones y eviten enfrentamientos, que controlen el tráfico,
que nos atiendan cuando de curarnos se trata y que estén prestos al
rescate, son actuaciones imposibles de pagar. Por eso debe quedar
claro desde donde corresponda, que la ciudadanía está satisfecha
con su ayuda y orgullosa de que sean ellas y ellos los que se
encarguen de nuestra seguridad y auxilio.