El
fenómeno del juego camina con una fuerza inusitada estos últimos
tiempos, especialmente los que están ligados a la televisión,
porque los que conocemos desde hace años, como es el caso de la
primitiva, bonoloto, el gordo, la ONCE, la QH, la quiniela, lotería
de los jueves y los fines de semana, además de las citas especiales
que convocan regularmente, están más que asumidos, incluso
familiarmente. Tratamos de llamar su atención por los datos que
conocemos por el fenómeno bingos, juegos de cartas, apuestas de
fútbol y otros que usan las televisiones para atraernos
asegurándonos que ganaremos dinero a espuertas y casi sin límite,
convencidos de que son muchos, miles y miles, los que se han decidido
a caer en sus redes y que actualmente forman parte de la familia de
los ludópatas, que padecen, ellos y sus familias, lo indecible hasta
que son recuperados, éxito que no siempre se consigue. Los estudios
que se han hecho alrededor de las apuestas muestran la facilidad con
la que solemos caer en el error de aceptar los mensajes publicitarios
que nos llegan desde las televisiones sin aceptar que podemos
equivocarnos, que puede tratarse de una trampa más o menos
sofisticada y que por supuesto han sido diseñadas por especialistas
de la palabra o eslogan con el único objetivo de captarnos para sus
clientes. Lo de menos para ellos son las consecuencias que suelen
derivarse de lo que acaba convirtiéndose en un vicio incontrolado de
final impredecible. Sí sabemos que, como ocurre con las máquinas
tragaperras y su adicción, lo normal es que se desestructuren los
núcleos familiares, que los protagonistas se conviertan en
especialistas en pedir dinero a su familia y amigos, de incluso robar
cuando tienen oportunidad y de tomar decisiones impensables hace unos
meses.
Esas
son las consecuencias de tanto premio, a tantas posibilidades de
hacerte rico de la noche a la mañana, de jugar en donde te apetezca
porque las ofertas son muchas y cada vez más que se unen a las
establecidas. Lo de participar en cualquiera de ellas, el poder
hacerlo en el anonimato de tu casa y sin que se entere tu propia
familia, y que además te inviten famosos televisivos que participan
en el engaño poniendo toda la carne en el asador para convencerte,
es indudable que activan o despiertan al jugador que llevamos dentro
y que teníamos dormido. Y como todo comienza con engaños, lo de
ganar los primeros envites forma parte de lo previsto por estas
empresas, que nos muestran un camino fácil para acceder a dinero
extra convencidos de que es la fórmula ideal para conseguir de
nosotros cada vez más presencia en los concursos o sorteos que
organizan. Luego, como no podía ser de otra manera, el panorama
cambia radicalmente y empiezan las perdidas que nos hunden
económicamente y que nos obligan, sobre todo a los poco lúcidos, a
pedir dinero prestado o a tirar de las cuentas corrientes que
guardaban para cuando necesiten dinero en situaciones especiales.
Repetimos que nos documentamos en la estadística para confeccionar
nuestro comentario de hoy, que es quien realmente controla el aumento
al que nos referimos y la que marca las evoluciones de un fenómeno
social al que hace solo unos años pocos eran los que preveían el
éxito del que hoy presumen, pero que, al mismo tiempo, ha generado
miseria en muchos de los que han utilizado esta fórmula tan especial
como peligrosa de hacerse rico. De si nuestros gobernantes debían o
no controlar a quienes han construido el sistema, poco podemos
decirles, pero sí que cuando se hace tanto daño, cuando se arruina
a tanta gente, alguien debería activar al menos las alarmas.