El
operativo especial controlado por la Dirección General de Tráfico
en
Semana Santa ha finalizado con nada menos que cuarenta y una víctimas
mortales en nuestras carreteras, siete más que las registradas
durante el mismo período del año pasado. En realidad, si no
hubiera sido por el desgraciado accidente ocurrido en Tarragona,
precisamente el más importante de todos, en el que un autobús se
vio implicado en una salida de vía con el resultado de trece chicas
estudiantes de Erasmus fallecidas, las cifras hubieran sido bien
distintas, pero no ha podido ser así. Por otra parte, si anotamos
que desde el inicio de la operación salida hasta su cierre se
contabilizaron más de catorce millones de desplamientos de largo
recorrido, quizá nos ayude a entender las consecuencias que se han
derivado de tanto movimiento automovilístico, y más si conocemos
cómo nos las gastamos cuando ejercemos de conductores. Dicho todo
esto, que sepan ustedes que acumulamos tres años de aumento
progresivo del número de vehículos en la carretera, detalle
aprovechado por nuestros gobernantes para recordarnos, sobre todo,
que la economía mejora y que, por tanto, es el momento de renovar
nuestro vehículo.
Tráfico
nos informa de que a lo largo de este tiempo, en la suma total
controlada, se ha contabilizado un número menor de accidentes,
aunque parezca todo lo contrario. Por ejemplo, sabemos que esta
semana de idas y venidas se produjeron veintiocho accidentes
mortales, mientras que el año pasado fueron treinta y tres. Con
todo, como ya sabemos, el número de muertos ha sido mayor. Por
comunidades autónomas, Cataluña, Castilla y León, Extremadura y
Andalucía han sido las que han registrado accidentes mortales. En
contra, ninguno en Aragón, Asturias, Cantabria, Navarra, Madrid y La
Rioja. Con respecto a las particularidades de la accidentalidad
registrada, si exceptuamos los de Cataluña, Tráfico nos dice que
diecisiete personas fallecieron en accidentes ocurridos en vías
convencionales frente a las seis que se registraron en accidentes
ocurridos en autovías o autopistas. Por otra parte, las salida de
vía siguen siendo el tipo de accidentes más frecuentes, con once
fallecidos en esta Semana Santa. Cuatro personas lo fueron en
colisiones frontales y otras cinco lo fueron por atropellos.
Destacan que, usando vehículos turismo, diez personas fueron las
fallecidas, cinco en motocicleta, cinco peatones, uno en bicicleta y
uno en camión. Afortunadamente, los ciclomotores en esta ocasión no
han registrado accidentes de importancia.
A
lo largo de la Semana Santa, siguiendo con el análisis que nos ha
hecho llegar Tráfico, el tramo horario en el que más accidentes
mortales se han contabilizado fue entre las ocho de la tarde y las
doce de la noche, con el resultado de nueve fallecidos, seguido del
tramo de siete de la mañana a dos de la tarde, horario en el que
murieron seis personas. Por grupo de edad, entre los 25 y los 34 años
encontramos el de mayor número de fallecidos, seguidos por los de 35
a 44 años y los de 45 a 54, con cinco fallecidos, respectivamente.
Por último, la Dirección General de Tráfico destaca que, de los
diez fallecidos en turismos, tres de ellos no utilizaban cinturón de
seguridad en el momento del accidente, y tampoco hacía uso del casco
uno de los cinco motoristas muertos, así como el único fallecido
que se desplazaba en bicicleta.
Queda
claro, creemos, que no siempre interpretamos con la rigurosidad que
nos conviene las normas y las pautas del tráfico que están más que
remarcadas y que son de sobra conocidas. El motorista porque no hacía
uso del casco, lo mismo que el ciclista. Los del turismo porque
decidieron que el cinturón no era necesario. Los demás, despistes,
excesos...