Aunque
oficialmente España no está en campaña electoral, la realidad
indica todo lo contrario. Líderes de todos los partidos van de un
lado para otro con un único argumento: somos los mejores y por tanto
los únicos que podemos sacar a nuestro país y sus moradores del mal
momento en el que nos encontramos. Y no busquen diferencias en los
discursos porque no las van a encontrar. No sabemos si la campaña de
esta ocasión ha sido diseñada por el mismo equipo o por falta de
ideas en los organizadores, pero sí que se repite el mismo argumento
en todos los mítines que estamos conociendo. Eso sí, si estamos
ante un fenómeno dañino para sus respectivos proyectos es algo que
no alcanzamos a entender, quizá porque no estemos familiarizados con
los movimientos de las organizaciones políticas. No obstante, el
hecho de que los máximos representantes se hayan lanzado al ruedo de
los mítines sin red, es decir, con promesas de todo tipo, es un
aviso de lo que nos espera, porque recordemos que la verdadera
campaña electoral se iniciará quince días antes del día 26 de
junio.
La
situación económica que padecemos es evidente que condiciona la
totalidad de la precampaña y la propia campaña, de la que se
desprenderán las cientos de promesas que tienen previstas relatarnos
los líderes que se encargarán de llenar los recintos escogidos para
encontrarse con sus incondicionales, que luego saldrán a la calle a
evangelizar a todo el que se les ponga por delante con la buena nueva
de los tiempos de renovación que caerán sobre nosotros una vez sus
respectivos partidos se responsabilicen del país. La realidad, no
obstante, anuncia resultados electorales muy alejados de mayorías y
sí de acuerdos entre partidos que permitan, esta vez sí, la
gobernabilidad de un país que necesita con urgencia que sus
representantes se pongan de acuerdo y nos mejoren la vida. Asumir de
una vez su responsabilidad personal y de partido estamos convencidos
que supondrá un período de buenas noticias especialmente para
quienes llevan años esperando que les llegue la suerte en forma de
un puesto de trabajo que les permita desarrollar su proyecto familiar
y personal. Ellas y ellos deben ser los primeros en notar y recibir
el esfuerzo de sus representantes, obligados como están a recuperar
para nuestro país situaciones de prosperidad que podamos compartir
todas y todos.
De
entre los mensajes que anuncian todo lo contrario, comprobamos que
las contradicciones siguen a la cabeza de los habituales descalabros
verbales que firman algunos de los candidatos, que no acaban de
interpretar el trascendente instante como nosotros creemos que
deberían. Sin ir más lejos, el líder de Ciudadanos, el señor
Rivera, nos ha dicho a los españoles que, cuando dijo que bajaría
el IVA, mejor que hubiera guardado silencio porque ahora resulta que
no sabía lo que decía. Ahora, luego de su viaje a Venezuela, se ha
encargado de devolvernos a la realidad alejándonos de la esperanza
de un Gobierno menos recaudador. Y que conste que se trata solo de un
ejemplo. Peligroso, sí, pero un ejemplo, porque lo que nos cuentan
el resto de representantes de las organizaciones políticas en liza
responde a las mismas coordenadas, es decir, a la mentira sin más.
Aunque nos hayamos acostumbrado a que en política todo vale, jamás
estaremos de acuerdo en que se nos mienta como lo hacen y que no
paguen por ello.