martes, 17 de mayo de 2016

EL COLCHÓN, PROTAGONISTA EN ROMERÍA

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Cien mil kilos de residuos es la cantidad de basura que ha sido retirada del santuario de la patrona y sus alrededores. Es evidente que hemos hecho un buen trabajo y cumplido con todas las de la ley nuestra habitual costumbre de dejar lo que nos sobra en medio del campo, que es la mejor forma de interpretar que el campo es de todos y que ya vendrán otros que se encargarán de limpiarlo. Parece, con todo, que en esta ocasión se ha detectado algo más de cuidado y sí que se ha notado menos basura que en anteriores romerías; concretamente, cinco mil kilos menos, que, oigan, algo es algo. En cuanto a las características de lo hallado en los mil y un recovecos que el paisaje de la sierra nos aporta, colchones, cocinas de gas, somieres, frigoríficos, ropa de abrigo, barbacoas, un coche y basura orgánica, aunque ésta ha sido compartida con los animales que pululan por esa zona y cuando han llegado las brigadas de limpieza se habían encargado de ingerirla. Seguimos, por tanto, siendo originales hasta sus últimas consecuencias, porque eso de encontrarse en medio del cerro un frigorífico o una cocina de cuatro fuegos desde luego que no debería ser habitual, pero no faltan cada año a la cita. Se ve que sus propietarios, renovada en su piso o casa, la reservan para traerla a la romería y luego, consciente y alevosamente, dejarla abandonada. Si tuviéramos oportunidad de contactar con algunas de las personas que este año han elegido el cerro de la Cabeza para dejar su huella, que sería imperecedera si no fuera porque los profesionales de la limpieza se encargan de retirarla, les preguntaríamos qué les mueve a semejante propósito, porque debemos reconocer que raro, lo que se dice raro, lo es y mucho.

De todas formas, lo que más se suele dejar abandonados son colchones, pero se entiende. Sí, porque normal es que no falten a la cita con la patrona quienes gustan de descansar con algo de comodidad en las inmediaciones del santuario y para ello echan mano de algún colchón que tengan en casa de más o para casos de urgencia, y lo transportan decididos a usarlo cuando el sueño o el cansancio les venza. Del por qué la abandonan es lo que no alcanzamos a entender, porque si lo suben, ¿por qué no se lo llevan? La deducción a la que llegamos es que tendrían previsto tirarlo a la basura y, antes de deshacerse de él, querían sacarle algo de provecho y comodidad los días o las horas que estarían de romería. El hecho, repetimos, es que son unos cuantos y que el número se mantiene a lo largo del tiempo, porque es el objeto que más aparece entre la basura al día siguiente de levantar el campamento. Estamos tan habituados a verlos los días posteriores a la cita romera, que forman parte del paisaje que queda una vez volvemos a casa, y no sería lo mismo que la próxima cita no encontráramos ninguno. Sería como si nos faltara algo, como si la reacción del romero ante su evidente falta de educación, acabara con una costumbre que lleva entre nosotros años y años.


Es el momento ahora de agradecer la entrega que han desarrollado a lo largo de estos días las brigadas de limpieza que ha aportado el Ayuntamiento y no menos a las personas que han hecho lo propio desde la solidaridad y el amor por el medio ambiente. Gracias a unos y otros, a su esfuerzo impagable, el aspecto que ofrece la sierra hoy podemos asegurar que es como de estreno. Y así seguimos, esperando la respuesta masiva de quienes visitan un entorno tan magnífico y al mismo tiempo tan delicado, a favor de un comportamiento más lógico y de una sierra más limpia.