Los
primeros datos, a falta de otra etapa que pondrá fin a la realidad
económica de nuestro Ayuntamiento, que ha aportado la auditoría
realizada por la empresa contratada al efecto, no son nada buenos
para el anterior gobierno municipal. Nadie se extrañó en la rueda
de prensa organizada para la ocasión, porque lo de la mala gestión
económica era conocido en la calle desde hace tiempo, pero alguien
pudo y quizá debió cuestionar los datos aportados por nuestra
primera autoridad y el concejal-delegado de Economía. No ocurrió.
Quizá porque no son pocos los que gustan de relatar los hechos donde
son esperados con no escasa preocupación. Nosotros no vamos a ser
exhaustivos porque, entre otras razones, ahora lo que sigue es el
informativo y éste se encarga del contenido de la rueda de prensa a
la que hacemos referencia. Caer en el error de iterar porque sí
podría ser entendido como que estamos interesados en dañar la
imagen de quienes gestionaron nuestro futuro hace ahora once meses.
Al contrario, lo que nos debe importar como ciudad es que las cosas
cambien, que se consiga enderezar el rumbo de la nave en la que
navegamos y que dejemos de ser objetivo prioritario de los que
esperan cobrar, y no por capricho, porque algunos llevan meses, si no
años, a la espera de que su factura sea abonada antes de verse
abocado al cierre de la empresa.
Desde
luego, lo que cuenta la auditoría no tiene desperdicio y conviene
que no pierdan de vista la narración de los dos protagonistas del
día de ayer en Don Gome. Por supuesto, esperamos la negación por la
negación de la parte contraria, pero debemos aceptarlo como una
situación de absoluta normalidad. Claro que si tú te has pasado
doce años recordando y usando como justificante idóneo que, debido
a la deuda que te han dejado colgada, no has podido gestionar tus
obligaciones al frente del día a día de la Casa Consistorial, lo
lógico ahora es que hagan lo propio los que se han encontrado una
deuda general por un valor que supera los cuarenta y tres millones de
euros. Y no se trata de cebarse y sí de entenderse como recurso
legítimo para explicar a la ciudadanía las razones que les obligan
a tomar decisiones que, sin detallar, pueden entenderse poco
técnicas. Las auditorías, todas, tienen eso, es decir, que,
conforme van viendo la luz y conocemos los datos o conclusiones a las
que llegan los técnicos que las realizan, los que las originaron no
suelen quedar nada bien y su gestión peor aún.
Naturalmente,
el trabajo de los auditores ha recorrido la mayor parte del
Ayuntamiento, pero, tal como se anunció en un pleno municipal, está
prevista su contratación para que sigan confeccionándola y conocer
la realidad de la mayor empresa de nuestra ciudad. Por el momento,
algunos de los empleados que se han ido incorporando a la plantilla
estos últimos años, no está del todo claro que lo hayan sido por
sus conocimientos y preparación técnica, o al menos eso es lo que
nos dicen los auditores, que cuestionan las formas y ponen sobre la
mesa el dedo del superior que designa a quien entiende se lo merece
sin tener en cuenta si su preparación está a la altura de las
exigencias de la Administración local. Una pena, porque no debe ser
muy agradable eso de ser objeto de dudas ante el resto de la
plantilla. Claro que cuando las cosas se hacen mal, las consecuencias
son imprevisibles. Hoy, en el convocado pleno municipal de este mes,
seguro que saltarán chispas entre los representantes de los grupos.
Se lo contaremos.