jueves, 26 de mayo de 2016

LA AUDITORÍA O LA VERDAD DE NUESTRAS CUENTAS

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Los primeros datos, a falta de otra etapa que pondrá fin a la realidad económica de nuestro Ayuntamiento, que ha aportado la auditoría realizada por la empresa contratada al efecto, no son nada buenos para el anterior gobierno municipal. Nadie se extrañó en la rueda de prensa organizada para la ocasión, porque lo de la mala gestión económica era conocido en la calle desde hace tiempo, pero alguien pudo y quizá debió cuestionar los datos aportados por nuestra primera autoridad y el concejal-delegado de Economía. No ocurrió. Quizá porque no son pocos los que gustan de relatar los hechos donde son esperados con no escasa preocupación. Nosotros no vamos a ser exhaustivos porque, entre otras razones, ahora lo que sigue es el informativo y éste se encarga del contenido de la rueda de prensa a la que hacemos referencia. Caer en el error de iterar porque sí podría ser entendido como que estamos interesados en dañar la imagen de quienes gestionaron nuestro futuro hace ahora once meses. Al contrario, lo que nos debe importar como ciudad es que las cosas cambien, que se consiga enderezar el rumbo de la nave en la que navegamos y que dejemos de ser objetivo prioritario de los que esperan cobrar, y no por capricho, porque algunos llevan meses, si no años, a la espera de que su factura sea abonada antes de verse abocado al cierre de la empresa.

Desde luego, lo que cuenta la auditoría no tiene desperdicio y conviene que no pierdan de vista la narración de los dos protagonistas del día de ayer en Don Gome. Por supuesto, esperamos la negación por la negación de la parte contraria, pero debemos aceptarlo como una situación de absoluta normalidad. Claro que si tú te has pasado doce años recordando y usando como justificante idóneo que, debido a la deuda que te han dejado colgada, no has podido gestionar tus obligaciones al frente del día a día de la Casa Consistorial, lo lógico ahora es que hagan lo propio los que se han encontrado una deuda general por un valor que supera los cuarenta y tres millones de euros. Y no se trata de cebarse y sí de entenderse como recurso legítimo para explicar a la ciudadanía las razones que les obligan a tomar decisiones que, sin detallar, pueden entenderse poco técnicas. Las auditorías, todas, tienen eso, es decir, que, conforme van viendo la luz y conocemos los datos o conclusiones a las que llegan los técnicos que las realizan, los que las originaron no suelen quedar nada bien y su gestión peor aún.


Naturalmente, el trabajo de los auditores ha recorrido la mayor parte del Ayuntamiento, pero, tal como se anunció en un pleno municipal, está prevista su contratación para que sigan confeccionándola y conocer la realidad de la mayor empresa de nuestra ciudad. Por el momento, algunos de los empleados que se han ido incorporando a la plantilla estos últimos años, no está del todo claro que lo hayan sido por sus conocimientos y preparación técnica, o al menos eso es lo que nos dicen los auditores, que cuestionan las formas y ponen sobre la mesa el dedo del superior que designa a quien entiende se lo merece sin tener en cuenta si su preparación está a la altura de las exigencias de la Administración local. Una pena, porque no debe ser muy agradable eso de ser objeto de dudas ante el resto de la plantilla. Claro que cuando las cosas se hacen mal, las consecuencias son imprevisibles. Hoy, en el convocado pleno municipal de este mes, seguro que saltarán chispas entre los representantes de los grupos. Se lo contaremos.