De
acuerdo con el Código
de la circulación,
cualquier cambio de dirección debe ser previamente señalado con las
flechas o intermitentes del vehículo; en caso de carecer de ellos,
como las bicicletas, deben utilizarse los brazos para anunciar sus
intenciones de girar hacia un lado u otro. Debe de hacerse cuando el
vehículo aún no ha realizado cambio de dirección alguno y se
encuentra en el carril inicial, para dejar clara su intención de
cambio de dirección o la presencia de un obstáculo. Esto es lo que
nos dice el texto legal en vigor y que todos conocemos, o deberíamos,
y que luego, en la práctica, vemos que son escasos los conductores
de usan de ellos para circular por la ciudad o la carretera. Dicho
esto, no usarlo supone una infracción de tráfico que, sobre todo en
caso de accidente, puede acabar dándonos un serio disgusto.
No
tenemos idea real de cómo interpretan fuera de nuestra ciudad el uso
de estos necesarios elementos de nuestro coche, pero tampoco nos
importa. Sí que estamos interesados en que lo usemos en nuestra
ciudad, que es donde nos desenvolvemos y donde más los echamos a
faltar. Está claro que una importante mayoría de los usuarios no
han puesto en marcha las intermitencias de su coche nunca, no sabemos
si porque en la autoescuela no le hicieron el suficiente hincapié en
que lo tuvieran en cuenta en los cambios de dirección o por
cualquier otra anomalía, pero el caso es que es así, que no los
ponemos en marcha en un claro desprecio por nuestra integridad física
y no menos la de nuestro vehículo. Creer que el resto de los
conductores que coinciden con nosotros conocen de antemano la
maniobra que tenemos previsto realizar, no es lo más aconsejable
desde luego, ya que cuanto más se avise y con más antelación,
mejor para la seguridad de la circulación y la nuestra.
Por
otra parte, nadie ha sido capaz aún de justificar las razones que le
hacen no usar el intermitente, porque en realidad está situado a
mano entre el volante y el lateral, no demanda esfuerzo alguno para
ponerlo en marcha, vuelve a su posición cero automáticamente en
cuanto giramos el volante y, por si acaso, nos avisa sonoramente para
que lo volvamos manualmente a su lugar de arranque. Cuando se activa,
los que siguen nuestro vehículo advierten con tiempo la intención
de girar a derecha a izquierda e incluso detener el coche si ponemos
en marcha las cuatro intermitencias. Ni siquiera el hecho de que sea
obligatorio según el Código de la circulación y de que, en caso de
accidente tenemos todas las de perder, ayuda a que lo usemos como un
elemento necesario que nos facilita la circulación ciudadana, que es
por cierto la que más necesita de los intermitentes.
No
tenemos ni idea de si algún día recuperaremos el sentido común y
hagamos de esta herramienta de nuestro vehículo algo normal, pero
por el momento, y a las muestras nos remitimos, la verdad es que lo
tenemos mal. El defecto se ha hecho crónico y estas alturas, cuando
tanto ha arraigado entre nosotros, difícil será que
mayoritariamente sea usado. Ya veremos. Ojalá nos lleváramos una
sorpresa. Ojalá.