Presumimos
que si finalmente el Banco Central Europeo decide acabar con la
edición y puesta en circulación de los billetes de quinientos
euros, a ustedes y nosotros como que nos va a dar igual, como si no
fuera con nuestro futuro que dejaran de circular por los mercados del
dinero negro, que debe ser como un túnel largo y oscuro por el que
discurren estos billetes de color tan llamativo y que escasean entre
la clase trabajadora como los contratos indefinidos. El hecho es que
este billete ha sido perjudicial para el mercado del dinero en
general y clave para que los corruptos hayan hecho su agosto de
manera segura al menos hasta ahora. Finalmente no sabemos si se
retirarán del mercado o no, porque por el momento los estudiosos y
técnicos trabajan con esta posibilidad, pero como a nosotros ni nos
va ni nos viene por razones obvias, lo mejor es que eliminen el
peligro, que para eso somos de los que estamos convencidos de que el
que quita la ocasión, quita el peligro.
En
nuestro país cientos de millones de euros responden a este tipo de
billetes y todos situados en lo que conocemos como dinero negro, es
decir, procedente de negocios sucios, de comisiones por recalificar
terrenos, de presiones para obtener el beneficio de las decisiones de
quienes en momentos puntuales tenían el poder de hacer y deshacer en
su municipio como les venía en gana, porque recordemos que la
mayoría de este tipo de negocios se consolidaron en los
ayuntamientos. De sobra tenemos ejemplos que lo confirman y que, por
el momento y hasta que las sentencias pongan a cada cual en el lugar
y la prisión que por justicia les corresponde, la paciencia es una
buena aliada. De entre los negocios con los que han estado ligados
estos mangantes, por ejemplo, con el agua potable de las ciudades,
con el servicio de limpieza, con la recalificación de terrenos, con
los jardines y con toda clase de negocios en los que los consistorios
tenían responsabilidad. De hecho, en algunos de ellos, si se
profundizara en algunas decisiones que conocemos de cerca y que al
final han sido un estrepitoso fracaso, muchos serían los que se
unirían a los personajes conocidos y que andan enfrentados en los
juzgados por esta causa.
Por
eso, si los billetes de quinientos euros han sido en parte
responsables de un caos económico de la importancia que nos cuentan,
que cuanto antes dejen de circular mejor para todos. Eso sí, por
aquello de rizar el rizo y obligar a estos canallas sin escrúpulos a
presentar sus cuentas ante la Hacienda Pública, fundamental sería
que se les diera un plazo corto para anularlos, es decir, que en dos
o tres años dejen de ser legales y no tengan valor alguno en el
mercado. Solo así aflorarían como setas de otoño más o menos
camufladas, pero que a muchos les haría perder millones de euros
ilegales acumulados a la sombra de la corrupción más terrible que
ha vivido España en estos últimos años. Y los gobiernos están
obligados, además de la comisión europea en pleno, a apoyar una
decisión que, de no acabar pronto, arruinará el futuro del mundo.
Entre nosotros, con casos tan flagrantes como vergonzosos, vemos que
cada vez se acercan más a las altas esferas de nuestros
gobernantes. Y lo más llamativo y preocupante es que estos zafios de
cuello duro están convencidos de que la ciudadanía es tonta del
bote y acepta sin más sus explicaciones, falsas como la falsa
moneda, que vienen a corroborar que, efectivamente, han metido la
mano hasta donde han podido y que, mientras tengan esta posibilidad,
lo seguirán haciendo. Mientras tanto, ya lo vemos, sus compañeros,
apoyando su futuro en cargos de prestigio y desde los que tomar
decisiones que están peligrosamente ligadas a los “lobby”, que
no son otra cosa que grupos de presión entre los que corre el dinero
ilegal como en río bravo. ¡Que Dios nos coja confesados!