viernes, 6 de mayo de 2016

TIEMPO DE REVISIONES

Imprimir

Con el fin de semana a punto de estrenarse, y asumiendo que el coche, nuestro coche, formará parte de él como elemento inseparable, conviene recordar que algunos compromisos que tenemos contraídos con él demandan ya, especialmente porque el buen tiempo se hace un hueco y nos echa una mano invitándonos a salir en busca de diversión o devoción, dedicación e inversión. Por supuesto, se trata de atender los mínimos que nuestro vehículo nos presenta de forma programada cada cierto tiempo; ahora concretamente nos reclama nuestra atención desde los neumáticos, sobre los que deberemos poner especial cuidado y comprobar su estado. Y como estos imprescindibles elementos de nuestro automóvil necesitan del control del profesional, nada mejor que dejar en sus manos y diagnóstico el sí o el no de su renovación total o parcial, cuando no un cambio de ubicación, comprobación a fondo de cómo se encuentran técnicamente o un simple inflado que los ponga en uso. A los vehículos les ocurre algo parecido a lo que a nosotros, es decir, que con el cambio de estación necesitamos un encuentro con el médico para que nos recupere después del pesado invierno y la pringosa primavera y nos ponga a punto para el esforzado verano. De no ser así, lo normal es que andemos estos meses como pesados, sin capacidad para disipar el calor y con ganas de descansar en cuanto andamos unos kilómetros.

Como hemos dicho en otras ocasiones, el mecánico es el profesional que más nos puede ayudar a solventar los problemas del día a día de nuestro automóvil, pero mucho más si mantenemos con él una relación continuada o programada de acuerdo con lo que el fabricante nos aconseje, en cuanto a revisiones y demás, y nuestros conocimientos, porque de detalles, ruidos, consumos de combustible y demás, nadie mejor que nosotros para determinar el diagnóstico inmediato. Por eso es tan importante cumplir con rigor los tiempos de control del coche, porque evitan males mayores, y les podemos asegurar que la complejidad del gran mecano que conducimos y que nos lleva y nos trae sin contratiempos, requiere profesionales contrastados que prevean las grandes averías. Y más cuando circulamos por carreteras capaces de engullir lo que se le ponga encima en unos cuantos kilómetros. Es tan mal su estado, tantos socavones y baches nos esperan en cualquiera de ellas, que la influencia que aportan a nuestro vehículo es mortal de necesidad. Se entiende que la calidad de cualquier coche responde a determinados controles de fabricación, pero si sabemos que éstos, a su vez, tienen un contador que conocemos como cuentakilómetros, la acumulación de éstos recorridos por vías de comunicación del estilo de las de nuestra provincia, naturalmente que marcan distancias con respecto a los que hacen estos mismos kilómetros por carreteras en buen estado.

Que el nuestro acabe siendo un vehículo viejo en menos tiempo que otros se debe precisamente a este detalle y no a que el que nos vendieron, aun siendo de la misma marca y mismo modelo, era diferente. Y si a este importante detalle clarificador le añadimos que tampoco somos muy dados a mantenerlo en estado de revisión de forma programada, pues es lo que nos faltaba para que el viaje se convierta en una odisea de resolución compleja. Lo dicho: en el mundo del coche, nada mejor que prevenir. Evitar reparaciones costosas está en nuestras manos, y de ahí las revisiones del estado de los líquidos y aceites, controlar los kilómetros recorridos y por dónde discurrimos normalmente, porque no es lo mismo acumularlos por caminos de tierra o carretera, ya que tendríamos que cambiar el filtro del aire con antelación. Al fin y al cabo, de lo que se trata es de evitar no solo las averías que nos obligan a dejarlo en el taller para su recuperación, sino que no nos deje él tirados en la carretera. Aunque parezca lo mismo, existe una gran diferencia.