De
los diferentes encuentros de los medios de comunicación con los
representantes de la política local, sabemos, por ejemplo, que la
intervención municipal en Lope de Vega, su arreglo integral, que
pondrá fin a las dos direcciones actuales que mantiene esta calle,
están a punto de iniciarse. Y atención que no es ninguna tontería,
porque seremos miles los conductores que deberemos aprendernos de
memoria los nuevos recorridos que nos oferten y que estamos a punto
de conocer. En asunto tan determinante para un colectivo de vecinos
que se viene jugando su salud mental, su integridad física y su
estabilidad personal desde hace muchos años, el que el resto de la
ciudadanía aporte una dosis de solidaridad suficiente para entender
sus exigencias, servirá para que las cosas, la nueva situación a
compartir, nos resulte más llevadera. Y decimos esto porque, antes
de que se inicie la intervención, ya han aparecido los primeros
vecinos que aseguran no estar de acuerdo con la decisión de las
obras y de las nuevas direcciones que se contemplan, que, recuerden,
aún no conocemos oficialmente. Por lo que han contado, por lo que
hemos podido conocer sobre esta demanda, es evidente que cuando se
manipula el mensaje, cuando la realidad se distorsiona y la
intencionalidad es manifiesta, el resultado no puede ser otro que el
de no estar de acuerdo sin más. Menos mal que los políticos y los
técnicos no han caído en la trampa y se han dedicado a informar a
quienes, suponemos que añorando anteriores gobiernos, han visto una
oportunidad de oro de hacer daño porque sí.
Con
todo, luego de un trabajo de campo que entendemos exquisito, en el
que han participado todos los que han querido hacerlo, la calle Lope
de Vega dejará de ser como hasta ahora y pasará a permitir a sus
vecinas y vecinos algo más de tranquilidad a su día a día. El
hecho de que soporte solo una dirección, de entrada o de salida
porque aún no la conocemos, evitará directamente y de un plumazo el
paso de cientos de vehículos cada jornada, ofertando al vecindario
no solo la posibilidad de reducir el ruido, sino de desenvolverse con
más espacio del que actualmente tiene en sus acerados. No obstante,
de Lope de Vega se viene hablando desde hace demasiado tiempo y por
el momento los moradores de esa vía solo han visto buenas
intenciones, lo que al menos por el momento no le resta ni un ápice
de incertidumbre al inicio y la finalización de la obra. Dicho esto,
que se muestren cautos y no menos preocupados responde a una realidad
tangible que no acaban de digerir como conviene y que les evitaría
preocupaciones. Sin embargo, aceptando como máxima incontestable el
hecho de que las cosas de palacio vayan despacio, en solo unos días
se contempla, esta vez sí, el comienzo de lo que no tardando pasará
a ser una calle normal, con tráfico rodado aceptable.
Por
cierto que llegados a este punto, y teniendo en cuenta cómo se
terminan las obras públicas en nuestra ciudad, rogar que se cuide
con mimo la canalización de las aguas hacia los imbornales, tragonas
o sumideros. Un buen ejemplo de lo mal ejecutado lo tenemos en una de
las últimas intervenciones municipales en una de nuestras vías más
emblemáticas: El Pino, en donde se ha invertido una buena suma de
dinero, que ha quedado con un nuevo aspecto extraordinario, que se ha
mejorado el paso de los peatones y el de los vehículos, pero que,
una vez más, estos receptores del agua de lluvia no sirven de nada.
Comprobamos que los charcos o lagunas son mayoría en la totalidad de
su longitud, con lo que esta anomalía supone para el viandante
porque sufre directamente los salpicones del agua que desprenden los
neumáticos de los vehículos a su paso. Y como se puede evitar con
solo poner un poco de interés, sinceramente rogamos a los
responsables, políticos y técnicos, que tengan en cuenta esta
petición por el bien de todos. Es un detalle que agradeceríamos
sinceramente.