De
nuevo una sentencia judicial nos anima a compartir con ustedes una
realidad que, como ocurre en este caso, la contundencia judicial nos
parece desproporcionada. Por supuesto, si nos atrevemos a comentar,
que no criticar, una sentencia como la que ahora les expondremos es
porque, legos como somos en asuntos de Derecho, sencillamente no la
entendemos. Sabemos, eso sí, que no siempre la confección del
sumario es sencilla, por las propias trabas que ponen los que han
transgredido las leyes; que todo son problemas a la hora de recabar
información, que ésta es lógico que llegue sesgada a manos del
juez instructor, etc. Dicho esto, añadimos que la sentencia que
compartiremos con ustedes nos parece exageradamente desproporcionada
teniendo en cuenta los casos que se han ido acumulando a lo largo del
tiempo y siempre relacionados con la clase política. Así, el joven
condenado lo ha sido porque, unido en su tiempo a una red que se
dedicaba a la clonación de tarjetas de crédito, con una de ellas
gastó setenta y nueve euros y unos céntimos. Esto es, solo una vez
y por la cantidad que les decimos. Esto no quiere decir, y suponemos
que el juez así lo ha debido deducir, que la cantidad es lo de menos
y sí la actitud del condenado y, más aún, las posibilidades que
hubiera tenido de no haber sido pillado con las manos en la masa. De
otra forma estaremos de acuerdo que el reo no merece haber sido
condenado a nada menos que cinco años de reclusión en un centro
penitenciario.
Y
así está el asunto, es decir, que el chico de hoy no tiene nada que
ver con el que cometió el delito hace ahora cuatro años, que su
vida ha transcurrido desde entonces aceptando las exigencias propias
de la vida de un buen ciudadano, que tiene pareja con la que vive en
un piso con opción de compra y que cuenta con un trabajo indefinido
que le permite mantener el nivel de vida del que ahora disfruta.
Entender que el revés de la condena le ha cambiado la vida de manera
radical, que acabará perdiéndolo todo y que su futuro se ha
oscurecido por completo, no parece difícil. Si la familia y los
amigos se han unido en la unánime petición del indulto, que le
acompañen a las puertas del centro penitenciario y que se estén
reuniendo firmas que eviten lo que parece un exceso judicial en toda
regla, comprenderán ustedes que esté completamente justificado,
aunque al día de ayer la indulgencia judicial y política no había
llegado a la cárcel granadina Y más cuando se sabe con total
certeza que la presión social, y más en tiempo electoral, ablanda
hasta los corazones más duros, y los de los políticos han dado
muestras más que suficientes de ello.
Parece
inevitable que la ciudadanía le dedique un poco de atención a lo
que ocurre a su alrededor y se tope de cara con otra realidad ligada
a los juzgados que para nada tiene que ver con lo que hemos visto en
el caso que les comentamos. Cientos de personas que podíamos
calificar como poseedores de poder político a veces excesivo, sus
familiares y personas ligadas a ellos en forma de secretarios,
conocidos o amigos, son estos días noticia porque están siendo
investigados, antes imputados, por su presunta implicación en casos
de corrupción de todo tipo y categoría. Algunos arrastran sus
particulares asuntos con la Justicia desde hace años y el hecho de
que no hayan sido encarcelados, no se les haya retirado el pasaporte
y disfruten de total libertad entendemos que debe ser cosa del peso
social que tienen, ellos y sus familias. Es más, en caso del que el
chico que ha generado este comentario perteneciera a alguna de ellas,
¿creen que la condena hubiera sido de cinco años de reclusión? A
partir de ahora es el momento de que ustedes analicen el asunto y
lleguen a las conclusiones que mejor les parezcan.