viernes, 16 de septiembre de 2016

MANTENEMOS LOS MISMOS ERRORES

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Como ha sido desde siempre en la particular historia de Fuente Sorda los viernes, también este primer viernes después de las vacaciones trataremos el tráfico. Dicho esto, lo primero que se nos ocurre es que, cuando hemos pasado lista, comprobamos desgraciadamente que nos faltan muchos amigos y amigas, justos los que se han quedado en las carreteras por los accidentes de tráfico que sufrieron. Los números son contundentes al tiempo que confirman que seguimos errando en nuestra forma de interpretar el tráfico, porque de otra manera no se entenderían la mayoría de ellos. Seguimos aportando, en general, los mismos defectos con los que llegamos el primer día con nuestro coche a la carretera y decidimos emprender el viaje. Y no crean ustedes que son pocos; al contrario, de todo tipo y muchos de ellos de toda la vida. El primero, la falta de control que ejercemos sobre nuestro vehículo, que no recibe los tratamientos que necesita ni en tiempo ni en forma; solo cuando saltan las alarmas acudimos a los profesionales en busca de asesoramiento y en ocasiones sin posibilidad de recuperación. El punto siguiente se basa en esta misma anomalía, es decir, que sometemos al coche en el que viajamos junto a la familia a velocidades y maniobras peligrosas cuando las condiciones técnicas aconsejan todo lo contrario. Y que quede claro que de ninguna de las maneras estamos de acuerdo con la política del Estado, según la cual los vehículos que han cumplido diez años no están en condiciones de circular. Entonces, ¿para qué sirven las estaciones técnicas de vehículos? Se entiende que si superan los controles anunciados como efectivos por parte de la Administración, nuestro vehículo puede circular con todas las de la ley y sin ningún tipo de restricción.

Lo que sí planteamos son las exigencias y los controles que deben activarse en todos los usuarios, a los que en ningún caso se les debe olvidar que son ellas y ellos los únicos que pueden alterar las condiciones del tráfico y que la totalidad de sus acciones deben tener en cuenta que no circulan solos, que cada vez escasea más el espacio entre vehículos y que las consecuencias suelen ser demoledoras. Una deficiencia muy compartida entre los conductores es que no asumimos nuestro papel en toda su dimensión, es decir, que somos nosotros los que frenamos, aceleramos, usamos las intermitencias, las luces largas y de cruce, el navegador, el móvil y el resto de aparatos que montan nuestros coches… y son escasos los que se controlan como exige el sentido común y la propia ley. Si sabemos que son precisamente los elementos innecesarios que equipa nuestro automóvil, o sea, móvil, discos compactos, radio y navegador, los que exigen la atención del que va al volante, y de hecho está comprobado por la Dirección General de Tráfico, ¿cómo es posible que seamos miles los que seguimos sin aceptarlo y caigamos permanentemente en el mismo error?

Por supuesto y afortunadamente, hemos tenido la suerte de cara y hasta ahora mantenemos la integridad física. Caer en el error de creer que a nosotros nunca nos ocurrirá un accidente por alguna de las causas que hemos reflejado es otro error, enorme por cierto. Resumiendo, somos los conductores y conductoras los que podemos y debemos enmendar lo mal hecho. Recordemos que somos responsables directos de que nuestro automóvil esté siempre a punto, de que nuestra conducción no genere peligro para nadie, de mantener coherencia en todas las decisiones que tomemos con el volante entre las manos y una buena dosis de responsabilidad. En definitiva, la seguridad en la carretera es cosa nuestra.