No
sabemos si la situación política del país tendrá o no importancia
en la dinámica de municipios como el nuestro, y concretamente en
asuntos como el del río Guadalquivir a su paso por nuestra ciudad.
El hecho de que andemos a estas alturas sin gobierno al que reclamar
lo que entendemos es nuestro, es evidente que participa de forma muy
activa en el futuro de un asunto del que aún una buena parte de la
población no acaba de hacer suyo y que se mantiene en pie gracias a
unos cuantos admirables ciudadanos convencidos, por propia
experiencia, de cómo se las gasta el río cuando el agua de lluvia
supera los niveles de su capacidad operativa. La realidad es que el
presupuesto del Estado debe andar en estos momentos a la espera de su
confección y que lo que no figure en él, los compromisos que no
queden escritos y justificadas sus inversiones, sencillamente no
verán la luz por mucho que posteriormente vengan a decirnos lo
contrario. De hecho, la historia del río y nuestra ciudad está
marcada precisamente de grandes mentiras, de proyectos inacabados y
de inversiones millonarias que solo en una ocasión fueron realidad y
que hoy permiten el mantenimiento de los niveles de seguridad
relativos que por el momento han sido fundamentales para que el agua
no aporte los habituales daños colaterales que desgraciadamente
hemos sufrido a lo largo de los años.
Más
cerca, en nuestro Ayuntamiento, deben estar en lo mismo, o sea, en la
confección del presupuesto del próximo año, que se basa en las
mismas características y los mismos objetivos, y con las mismas
condiciones, es decir, que lo que no figure en el presupuesto
sencillamente no podrá ser realizado. De ahí la importancia de
participar, de que se nos dé la oportunidad de incorporar nuestras
demandas o de condicionar a la clase política cuando de inversiones
solidarias se trata. Sabemos que es así, que en estos momentos
asociaciones de todo tipo entregan sus opiniones sobre cómo
distribuir el dinero de todos, pero creemos que a este detalle tan
importante no se le da la trascendencia que realmente tiene. Bien por
costumbre, porque no disponemos de información, porque no faltarán
los que crean que cuantos menos participen mejor será el presupuesto
o porque la habitual y compartida desgana que preside la práctica
totalidad de los compromisos ciudadanos nos impida actuar en momentos
tan trascendentes, el asunto es que el presupuesto, las cuentas
generales para el próximo año, pasarán desapercibas para una gran
mayoría de nosotros. Luego, a toro pasado, ya se sabe: quejas porque
no se nos ha hecho caso, porque no atienden nuestras justificadas
exigencias, porque se mantienen los mismos problemas en nuestra calle
o barrio, etc. Y precisamente este tipo de situaciones son las que
dan vida a los que andan anónimamente en redes sociales a la caza y
captura de los defectos de los demás, y más concretamente de
nuestros gobernantes, para consolidar su supuesto protagonismo o
preparar su carrera política, cuando no de volver a ella, que de
todo vemos en estos portales cibernéticos.
Lo
evidente, y debía ser lo preocupante, es que la ciudad necesita de
nosotros en la totalidad de sus reivindicaciones, que son muchas y
algunas muy urgentes, y que no siempre acertamos a estar donde
debemos y en el momento adecuado. No obstante, nuestra es la
responsabilidad.