viernes, 14 de octubre de 2016

AVISO A NAVEGANTES

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Sean o no premonitorias las lluvias de estos días, lo cierto es que el otoño camina por los derroteros previstos y que el agua forma parte de él. Así, es de esperar que los usuarios seamos conscientes de que la estabilidad de nuestros vehículos, su horizontalidad y la habitual eficiencia de agarre y frenado del que hemos disfrutado en tiempo seco, ha dejado paso a la duda, al derrape, a frenadas que necesitan más espacio para detener el coche… En definitiva, que debemos adaptarnos cuanto antes a la nueva climatología y hacerlo convencidos de que es la mejor decisión cuando de evitar el accidente se trata. Y que conste que ni así será definitivo, ya que existen una serie de contratiempos en ciudad y carretera capaces de amargarnos la vida cuando no de perderla: “aquaplaning”, velocidades desproporcionadas y peligrosas con el suelo mojado, vehículos que no usan su alumbrado, conductores poco diestros, nieve, niebla, vehículos lentos en la calzada… Quienes entienden de tráfico y usan su vehículo cotidianamente saben muy bien de qué hablamos; estos conductores suelen usar del sentido común en la totalidad de sus recorridos, dedican más tiempo a la carretera conscientes de que los problemas serán más, porque han aprendido con los años que nunca se viaja solo… En el tráfico, adelantarse a los acontecimientos es asegurarse la tranquilidad a lo largo del viaje y quienes no dan importancia, por ejemplo, a la llegada del mal tiempo, pierden una gran oportunidad de asegurar sus sueños y sus ilusiones. Sumado el mal estado de las carreteras por las que transitamos normalmente, a las que añadimos la posibilidad real de la niebla, el agua o la nieve, además de vehículos agrícolas lentos por su propia fabricación y destino, si no caemos en la cuenta de que lo más probable es que hagamos saltar por los aires el tiempo en el que recorremos los kilómetros que habitualmente nos separan de nuestro domicilio o del trabajo, mal hecho.

Y lo mismo ocurre si no hemos caído en la cuenta de que quizá los neumáticos necesiten una revisión o una renovación, o que el motor hace meses que no lo revisamos, o que no sabemos cómo andará de agua el limpiaparabrisas (que en estos tiempos es fundamental que esté en uso), o que no recordemos siquiera si alguna vez le renovamos el líquido de frenos o el anticongelante, sepan que aún estamos a tiempo. De hecho, deberíamos de entender la lluvia de estos días como un aviso y atender a quien tan fiablemente nos lleva y nos trae sin quejarse. No comprobar en qué estado se encuentran las gomas o escobillas del limpiaparabrisas es lo mismo que hacer el camino bajo mínimos, porque lo que sabemos seguro es que los vehículos que viajan delante del nuestro nos enviarán barro y agua mientras nos mantengamos en esa posición. ¿Y qué podemos decir del equipo óptico? Pues estamos en las mismas: fundamental es que funcionen la totalidad de los luces de nuestro coche, desde los pilotos traseros (par de freno, marcha atrás, intermitencias y luz de posición) hasta los laterales y delanteros. ¡Y encenderlos cuando las dificultades propias del mal tiempo lo aconsejen, aunque lo mejor sería llevarlas siempre encendidas!

En definitiva, que las condiciones climatológicas adversas que es lógico que se implanten a lo largo de estos meses exigen de nosotros una mayor atención a todo lo que hagamos cuando conducimos y no menos al cuidado y seguimiento de nuestro vehículo.