jueves, 13 de octubre de 2016

POR FIN, LOPE DE VEGA

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Por fin, aunque a medias, la calle Lope de Vega se incorpora a la dinámica del tráfico de nuestra ciudad. Los vecinos y vecinas han sido los primeros en notarlo, ya que a lo largo del desarrollo de las obras han podido descansar las tardes y las noches como no lo habían hecho desde que allí residen. Y lo han conseguido, ya que su planteamiento, de que acabara siendo de una sola dirección, fue aceptado por el Partido Socialista en campaña electoral y, en contra de lo que suele ocurrir cuando las organizaciones políticas alcanzan el poder, en esta ocasión han cumplido religiosamente con su compromiso. A partir de ahora, para cuando se ponga en uso completo esta vía, se habrá elegido el recorrido de las calles que recibirán el tráfico que no podrá circular por Lope de Vega y se conseguirá el descanso y la seguridad de los vecinos, que no de otra cosa se trataba. Si tenemos en cuenta que estas obras y la decisión de una sola dirección ha estado rodeada de polémica orquestada políticamente, que no ha sido aceptada por algún empresario y que, como todas las intervenciones municipales, suponen una alteración de la cotidianidad, bien está lo que bien acaba. A partir de ahora y en poco tiempo, que para eso lo que se ha invertido en la realización ha servido para acostumbrar a los usuarios a discurrir por otras calles, Lope de Vega será una vía de comunicación más segura y tranquila especialmente para quienes allí viven, que para eso se lo han trabajado y de qué forma, porque recordemos que, aparte de las pancartas colgadas de sus ventanas y balcones, su saber estar, su silencio y su comportamiento en todo su recorrido bien merecen nuestra enhorabuena.

Los que han mostrado su desacuerdo en público, que más ha tenido forma de crítica desaforada cargada de algo más que interés empresarial, justifican su malestar por el tiempo que han durado las obras, por falta de información y porque, aseguran, no contaron con ellos para el acabado definitivo. Evidentemente, es una forma más o menos sibilina de escurrir el bulto, porque la realidad es que desde el primer momento no quisieron implicarse ni en la polémica ni en cómo se desarrollaría el proyecto municipal. Ciudadanos de este corte no faltan en este tipo de situaciones y es justo en estos instantes, cuando más se necesitan para tomar decisiones, cuando nunca aparecen. Lo hacen interesadamente después, cuando la crítica es fácil, cuando los errores posiblemente se hayan consumado y cuando ya no sea posible volver atrás. Por supuesto, las obras aseguran que han sido causantes de la pérdida de ventas que registrado en este tiempo y que ha dañado a su empresa de manera contundente.

Por lo tanto, se deduce de este tipo de situaciones que las ciudades no deben mejorar su equipamiento, la distribución del tráfico rodado o su estética, o que cuando lo decidan la administración y los vecinos, la opinión de estas personas tengan más peso que las de nadie y se ejecute cuándo, dónde y cómo a ellos les interese. De hecho, es tal su despropósito, que incluso han llegado a criticar que las obras las haya ejecutado el personal del Ayuntamiento, convencidos de que hubieran acabado antes si la empresa hubiera sido de fuera. Se les olvida que se decidió esta fórmula porque, aunque conscientes de que necesitarían un poco más de tiempo, se ganaba en el control de la totalidad, las compras de material se realizarían íntegramente en comercios locales y con profesionales en plantilla del Ayuntamiento. Llama la atención que hayamos escuchado esta queja, o sea, que hubiera sido mejor que la obra se le hubiera dado a una empresa de fuera precisamente de parte de empresarios que viven de clientes locales. Miren, al menos hemos aprendido que el egoísmo ciega voluntades.