Como
era de esperar, los comentarios alrededor de la noticia publicada por
Radio Andújar sobre la suciedad que han generado algunos de los
visitantes que, a caballo o a pie, recorrieron el camino viejo camino
del santuario el pasado fin de semana, han sido muchos y de todo
corte e intención. Proliferan los que denuncian el hecho y los que,
generalizando, responsabilizan hasta a la propia organización, a la
que exigen que debían haber seguido a la totalidad de los convocados
a lo largo del recorrido para reprenderles su actitud y mal
comportamiento. Tampoco echamos de menos a quienes defienden
extrañamente actitud tan desconsiderada para el medio ambiente,
basándose, despistados ellos, en la falta de contenedores en los que
depositar lo que nos sobra. Comprobamos, eso sí, que la noticia y
nuestros comentarios han supuesto un revulsivo de gran importancia
del que deseamos fervientemente que se aproveche nuestro entorno
natural, porque les podemos asegurar que en ningún otro momento
hemos tenido la oportunidad de leer y escuchar tantas quejas con el
parque natural como protagonista.
Por
supuesto, no han faltado los que se extrañan del interés que
muestra Radio Andújar por la sierra, dejando caer, y no veladamente,
qué tipo de intereses son los que nos mueven, como si recibiéramos
soldada por defender una zona tan hermosa como debilitada por los
permanentes ataques que recibe de nosotros mismos. La única razón
que encontramos para justificar estas aseveraciones las ligamos al
desconocimiento que tienen de nuestra dedicación y tarea a favor de
un medio ambiente más cuidado y con futuro. Pero como no podemos
obligar a nadie a que siga lo que hacemos, habrá que aceptar sus
opiniones. No obstante, sería interesante que antes de opinar, de
llegar a conclusiones tan radicales y venenosas, se tuviera en cuenta
la duda, que para situaciones o casos de este corte no crean ustedes
que estaría de más. De hecho, en nuestra Fuente Sorda del miércoles
tuvimos la precaución, primero, de no generalizar, y luego de eximir
de responsabilidad a la organización convencidos de que hicieron
todo lo posible por evitar el desastre. Es más, ¿qué hicieron los
visitantes con las bolsas que les proporcionaron y que tenían como
objetivo meter en ellas las sobras y depositarlas en los
contenedores? ¿Quizá se las llevaron para su uso particular? ¡Vaya
usted a saber! Pero la realidad es lo que hemos tenido oportunidad de
observar en las fotografías, con todo tipo de restos de comida
repartidos por doquier en una flagrante muestra de desconsideración
hacia quienes tuvieron la educación y el buen gusto de invitarles.
Si
acaso, siendo conscientes de que de todo se aprende, de que la
experiencia es un grado y que la memoria la tendremos fresca para
cuando de nuevo el año que viene se convoque un encuentro de la
importancia del que les comentamos, se ajusten objetivamente las
responsabilidades personales y colectivas, que es lo que debía
hacerse con la totalidad de las personas que usan de este camino para
aproximarse al santuario de la patrona. Ya está bien de
contemplaciones y de que cada cual haga de su capa un sayo, y no
quiera saber nada de lo que ocurre en la ida o la venida con respecto
a la suciedad que genera por sí o por el grupo junto al que camina.
Tampoco estaría de más que todas y todos pusiéramos de nuestra
parte a favor de la conservación de unos terrenos que están en las
últimas, delicados por demás y que necesitan de nuestro cariño.
Entre otras cosas, porque si la autoridad competente, en vista de su
mal estado, decide cerrar el paso para evitar su completa
destrucción, luego vendrían las quejas y las lamentaciones, y se
buscarían culpables y no precisamente entre los verdaderos causantes
del desastre y sí sobre los responsables del entorno, que es a lo
que estamos acostumbrados y mejor sabemos hacer. Tiempo al tiempo.