lunes, 10 de octubre de 2016

CRISIS E INDEPENDENTISMO

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Hombre, intentar convencernos de que en España, en lo relativo a la política, las cosas van bien, es como negar el calor que hemos pasando estos días. La situación se agrava conforme transcurren los días y, lo que es peor, las noticias que escuchamos no provienen de ninguna fuente oficial y sí de las declaraciones de quienes se autoproclaman como líderes de opinión. Los partidos políticos que tienen la directa responsabilidad de la salida de la crisis, es decir, el PSOE y el Partido Popular, por el momento se muestran cautos y recelosos porque no deben tener las cosas claras con respecto al sí o el no de la continuidad del actual presidente en funciones. El papel de Podemos y de Ciudadanos, que también son determinantes en situación tan importante, se mantienen en sus trece: mientras los primeros presionan descaradamente a los socialistas para que giren sus miradas a la oferta que les vienen haciendo desde el primer día, los segundos siguen empecinados en que el diálogo entre socialistas y populares es el único capaz de salvar el mal momento que atravesamos.

Por el ahora, las previsiones de voto que analizan los técnicos, anuncian que los populares subirán hasta casi los ciento cuarenta escaños en caso de que convocaran las terceras elecciones, lo que es evidente da alas a quienes precisamente lo que necesitan son votos y no abstenciones. Y claro, los socialistas, que saben que este aumento de votos saldría de su partido, entenderán que huyan de la convocatoria y en estos momentos la disyuntiva que se plantean es evitarlas a toda costa. En medio de tanto jaleo y malos modos, de tantas declaraciones desalentadoras que tenemos oportunidad de compartir, el país al completo sumido en una crisis de identidad desconocida hasta ahora y que tampoco, como lo de la crisis, es responsabilidad nuestra. Y peor aún, con las cuentas generales por aprobar, con los presupuestos de las comunidades autónomas parados, con los ayuntamientos despistados y no menos preocupados por lo que se anuncia como una debacle económica sin precedentes.

Naturalmente, como en río revuelto las ganancias corresponden a los pescadores, ahí tenemos a los independistas catalanes trabajando a favor de sus intenciones y haciendo todo lo posible por menospreciar al resto del país. El País Vasco, especialmente Bildu y sus satélites, con el apoyo del inhabilitado Otegui, hacen lo propio. Se evidencia que la falta de un gobierno apoyado en las bases sociales, seguro de sus decisiones y socialmente fuerte propicia la salida de tono de unos dirigentes que no tienen más objetivos que los personales, que mienten cuando dicen que la vida de sus paisanos mejorará en poco tiempo, basándose para ello en que España les roba, y que andaluces y extremeños comemos gracias al dinero que ganan. Es más, incluso han llegado a decir que entre nosotros no se pagan impuestos y que somos una región subsidiada. Y es que mentir en nuestro país no solo es sencillo, sino que sale gratis, sobre todo cuando quien te escucha no tiene ni idea de la verdad y solo el odio o el borreguerismo permiten el aumento de incondicionales a mensaje tan injusto como cobarde.


Ojalá que tiempos tan convulsos dejen pronto paso a una situación de estabilidad que permita el desarrollo de la normalidad más absoluta. Solo así podremos alcanzar las metas que nos propongamos y en los que las Administraciones tienen mucho que decir.