La
crisis del PSOE ha demostrado la gran capacidad de los habituales
comentaristas en los también habituales medios de comunicación que
patrocinan las variadas tertulias, participación de la obtienen
pingües beneficios y que, demostrado está, muestran una excepcional
capacidad para adaptarse a la línea editorial del medio, porque no
es lo mismo expresar su opinión por la mañana en donde la tendencia
es claramente izquierdosa y por la tarde mostrarse partidario de lo
que a primera hora del día era impensable. Pero las cosas del dinero
tienen esa exigencia y, o te acostumbras rápidamente, o pierdes una
gran oportunidad de trabajo. Y eso que los tiempos que corren pagan
lo justo y pocos son los que podrían vivir exclusivamente de sus
colaboraciones televisivas o radiofónicas; hace unos años sí que
valía la pena. Debe ser que ahora el mercado dispone de una oferta
tan variada como importante, que lo que se desea con urgencia es que
lo llamen a uno. En la prensa escrita ocurre tres cuartos de lo
mismo, aunque también suelen ser los mismos que vemos y escuchamos
los que ocupan las columnas de los diarios de tirada nacional. El
asunto consiste en hacerse ver y escuchar, en tener capacidad de
polémica en cantidad suficiente como para que los respectivos
directores de los programas te vean como necesario en las tertulias
que modera. De hecho, no son pocos los que, en su afán de llevar
adelante sus envenenados mensajes en contra de quien se les pongan a
tiro, caen en el error de acabar en los tribunales y cargar con las
multas que les imponen.
Aunque
algunos de nuestros invitados al comentario de hoy cuenten con
infatigables seguidores capaces de discutir con quien les lleve la
contraria, en realidad su tarea tiene los días contados. Es tan
efímera su dedicación, tan endeble su discurso, que en el momento
que deja de interesar al medio por la razón que sea, desaparece de
la mesa de tertulia como fantasma venido a menos. Eso sí, como son
multitud las citas con estos profesionales a intervención realizada,
intervención pagada, no es de extrañar comprobar que no ponen
remilgos en sentarse allá donde la izquierda impone su criterio y al
poco en otra en donde los cánticos tienen mucho que ver con los años
treinta y el Valle de los Caídos debe ser sagrado.
Por
todo esto no nos ha extrañado lo que hemos escuchado y leído sobre
Pedro Sánchez y su partido, sobre su futuro y el de su organización.
Así, dependiendo de dónde procedan las ondas hertzianas o
televisivas, el socialismo ha muerto, está muy debilitado o el
futuro del partido es perder la esperanza de recuperación por la que
tanto abogan los actuales dirigentes. Los responsables están
claramente definidos, pero no coinciden mayoritariamente en ninguno,
aunque buscan y rebuscan en las declaraciones de algunos de ellos e
intentan hallar en ellas las razones que les han llevado a destituir
al ya anterior secretario general. De entre éstos, especialmente
Susana Díaz, que se ha convertido para muchos de estos senequistas
soplagaitas en la responsable de todos los males que actualmente
padece el socialismo español: ansiosa de poder, presuntuosa, líder
de nada y menos en Andalucía, deseosa de huir de la debilitada
Junta… Tampoco faltan líderes como García-Page de Castilla-La
Mancha, o Iceta en Cataluña, sobre los que cargan la
responsabilidad del mal momento por las exigencias mostradas en las
diferentes reuniones que conocidas.
Resumiendo,
que el PSOE discurre por una situación complicada y compleja de la
que solo él podrá salir y elegir en qué condiciones lo hace, es
elemental, porque creer que alguien que ha formado parte de la
historia de nuestro país desde hace muchos años va a desaparecer
por una crisis de corte excesivamente personalizada, creemos está
muy equivocado.