miércoles, 5 de octubre de 2016

NO FALTAN CONTENEDORES, FALTA VERGÜENZA

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Por mucho que algunos se empeñen en calificar de guarros, inconsecuentes e ineducados sin más a los caballistas que este fin de semana tuvieron a bien elegir nuestra sierra para pasearse por ella y disfrutar de una jornada campestre única, no caeremos en la tentación de generalizar porque cometeríamos un grave e injusto error. Es cierto que su paso por veredas y caminos, algunos recién arreglados, lo mismo que su estancia en las zonas creadas para el descanso a lo largo del recorrido, es evidente que no ha sido el ideal, pero cuanto antes aceptemos que han solo sido unos pocos mejor para no perder la esperanza de un mundo más concienciado y unos pobladores más responsables. Lo que hemos podido ver por supuesto que exime de responsabilidad a los organizadores, que antes convocaron a diferentes conferencias a quienes quisieron acudir con el objetivo de ir todo lo lejos que se puede en una convocatoria en la que se reúnen más de dos mil caballos y sus correspondientes jinetes. Además, en la totalidad de la caminata compartieron insistentemente su mensaje del cuidado exquisito que debía darse al entorno, invitando a todas y todos a que no dejasen basuras allí donde decidieran descansar o sobre la marcha.

Desgraciadamente, como hemos tenido oportunidad de comprobar, no todos asumieron su responsabilidad y los que han participado en el daño inflingido a la sierra han dado claras muestras de su capacidad depredadora, de hacer daño sin más, de mostrarse ante los demás como ineducados y muy alejados de la actitud positiva que demanda con urgencia el medio ambiente. Han sido ellos los que se han retratado públicamente y los que debían ser informados de que no son bienvenidos, de que la sierra no es un basurero en el que dejarse lo que sobra. Es la misma actitud que hemos visto entre quienes se quejan sin justificación de falta de contenedores en donde dejar caer su bolsa de basura. El hecho de que alrededor de muchos de éstos encontráramos detritus de todo tipo, incluidas botellas de cristal y plástico, confirma que no se trata de equipar más como de ensuciar menos; de cuidar el lugar en el que nosotros, los humanos, somos simples invitados y que tenemos la ineludible obligación de no dejar rastro para que nos vuelvan a cursar invitación. Los dueños de tan apabullante paisaje, sus moradores, los animales, deben estar avergonzados por el comportamiento que han observado este nefasto fin de semana y, si de ellos dependiera, desde luego que no volverían a recorrerlo.


Si a cualquier animal se le corrigen comportamientos extraños o perturbadores de la convivencia que mantienen cerca de sus dueños, seguro que aprende a comportarse en solo dos o tres lecciones y les durará toda su vida. A algunos de nosotros es evidente que no, que necesitaríamos estar bajo tutela por años y finalmente con escaso rendimiento positivo. Entre ellos, algunos de los que visitaron nuestra sierra andando o a caballo en la fiesta convocada por la peña Los Romeros Virgen de la Cabeza el Madroño, a los que, repetimos, nada se les puede reprochar que no sea su gran capacidad de convocatoria, porque sabemos que han actuado antes y después de forma contundente. Por todo lo que hemos expresado en nuestro comentario de hoy, es evidente que no faltan contenedores, porque los existentes están situados en lugares estratégicos y accesibles a caballo o a pie, muy próximos entre sí y visibles desde lejos; eso sí, lo que de verdad echamos de menos es vergüenza.