Cada
día que pasa estamos más convencidos de que las personas en las que
el Gobierno ha delegado el control, desarrollo y vigilancia de la ley
en vigor contra la violencia hacia las mujeres, la tarea les viene
larga. No acaban de dignificar a la protagonista de toda ella, no
controlan su articulado y desde luego que se ven impotentes para
evitar la sangría de tantas muertes inútiles que conocemos casi a
diario. Así, entre que no faltan en este circo mediático los que
están en contra de las sentencias que recaen sobre los maltratadores
alegando que muchas de ellas responden a denuncias falsas, que en los
juzgados no se toman las medidas que entendemos evitarían de algún
modo el auge que se registra y que no se ha elegido al personal
idóneo para enfrentarse a la realidad de la violencia hacia la
mujer, tampoco debería extrañarnos llegar la cifra de fallecidas
que alcanzamos anualmente; por el momento, a día de hoy, treinta y
siete son las que podemos encontrar en los cementerios. Detrás, como
todo el mundo sabe, una problemática añadida de huérfanos de madre
que a partir de ahora vivirán su personal calvario y que quedarán
marcados de por vida. Esta es la otra historia, la que se olvida a
los dos días y para la que nuestros gobernantes (los que se han ido,
los que están y los que vendrán) aún no han sido capaces de
encontrar soluciones. De hecho, ni siquiera lo han sido para proteger
a la maltratada, porque es verdad que se les invita a la denuncia, a
ellas, a sus familias y a sus vecinos, pero luego qué… Casas de
acogida, sentencias de alejamiento… ¿Y cómo consiguen, por
ejemplo, el dinero que les permita vivir con dignidad, porque
recordemos que la gran mayoría han sido dependientes del sueldo del
marido y cuando deciden la separación no cuentan con un trabajo
digno con el que poder sacar a su familia adelante?
Demasiados
huecos que rellenar y no menos decisiones que tomar para obtener los
recursos administrativos necesarios que permitieran a las mujeres y
su prole desenvolverse sin más problemas que los que propios de
quien se ha separado de un hombre que era una bestia con ojos y con
una gran capacidad para hacerle daño. A estas alturas de la función,
aún se buscan soluciones policiales que de alguna forma controlen la
cotidianidad de las víctimas, como si no supiéramos que la falta de
agentes para esta dedicación es un hecho real que se paliaría si
por fin su número se ajustara a las necesidades reales. En cuanto a
las sentencias, admitiendo que no conocemos nada del funcionamiento
judicial y aceptando que las sentencias no pueden ser ejemplarizantes
y sí solo justas, pocas son las que calman los ánimos de las
mujeres maltratadas. De hecho, todas, absolutamente todas, temen la
salida del exesposo encarcelado porque saben que irán a por ellas,
porque están convencidas de que volcarán sobre ellas y su
descendencia todo su odio y rencor. Ni idea de cómo solucionar o al
menos controlar una situación tan peligrosa y controvertida, pero sí
que sería exigible una implicación más real de toda la sociedad a
favor de una mayor visibilidad del problema. Menos interés por
empoderar a las mujeres y más inversiones económicas que les
permitan vivir en paz; menos discriminación positiva y más carne en
el asador cuando de condenar al maltratador se trata.
En
diez años, como si tal cosa, y encima con unos cuantos empeñados en
conseguir su objetivo de enmarañar la realidad asegurando que muchas
de las denuncias son falsas, más de seiscientas mujeres han sido
asesinadas por su descerebrado marido o compañero. Que sí, que
existen circunstancias que pueden influir en la intencionalidad del
excompañero, como la que vive observando cómo su exmujer convive
con otro hombre mientras él tiene que mantener a su descendencia y
pagar la hipoteca del piso que se le ha adjudicado exclusivamente a
ella, pero ni por esas podrá justificar el asesinato. Existen
infinidad de salidas para este tipo de situaciones injustas, y desde
luego que todo pasa por llevar el problema a la educación básica.
Si no preparamos a los que vienen detrás para enfrentarse a
situaciones de este o parecido corte, el aumento de las muertes
seguirá siendo noticia.