miércoles, 9 de noviembre de 2016

LA SUCIEDAD QUE NOS DEJA EL MERCADILLO

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Veamos. La situación es la siguiente: insistentemente, todos los martes, cuando se levanta el campamento que conocemos como mercadillo, lo que queda debajo, en sus cimientos, es suciedad a punta pala, por usar un término muy nuestro. Así es. Nada de contemplaciones con lo que es una sangrante realidad que, además, nos cuesta una pasta a todos nosotros, porque a más suciedad, evidentemente, más gente limpiando. Hubo una vez que alguien desde el gobierno municipal escuchó nuestras quejas, que son las mismas que las de la ciudadanía, y decidió intervenir en busca de un consenso con los profesionales que se dedican a la venta ambulante y que acuden a nuestra ciudad, como hemos dicho, los martes de cada semana. De estas conversaciones salió un compromiso y de éste dos semanas en las que, efectivamente, aceptaron el reto y, una vez marchaban con la música a otra parte, lo que había que limpiar era escaso. La realidad, no obstante, es que duró eso, un par de semanas; a partir de ahí, suponemos que coincidiendo con la ausencia de vigilancia y el control municipal, todo volvió a lo de siempre, es decir, a lo que podemos ver cualquier martes a las dos de la tarde: un vertedero incontrolado en la misma ciudad que está claro que no beneficia a nadie y menos a nosotros, porque recordemos que incluso realizando su habitual y magnífico trabajo la brigada de limpieza que hasta allí se desplaza, buena parte del papel y los plásticos aparecen en toda la zona y especialmente en la autovía. Es más, después de tantos años escuchando que se trabaja para la consolidación de un escaparate estético que mejore la visión que los viajeros tienen de nuestra ciudad, a lo más que se ha llegado es a ocupar la totalidad de la alambrada de bolsas de plástico y papel.

Uno, confeso profano en la materia, sin embargo, ha llegado a la conclusión, primero, de que algo se puede y debe hacer, y más cuando sabemos que, cuando se decidió intervenir en el control de lo que se tiraba sin más al suelo para que luego lo recogieran, la cosa mejoró; segundo, que entendemos que es una obligación municipal que por el momento se ha abandonado y que nos perjudica claramente. Así, reclamamos en nombre del sentido común y hasta es posible que de un buen número de ciudadanos, que se nombre una comisión y que ésta, con la participación activa de los representantes de los profesionales del mercadillo, les exija lo que por otra parte tampoco debe ser tan complicado, ya que de lo que se trata es de informarles de que aquellos que no usen las bolsas o sacos de basura que deben tener al lado de sus respectivos puestos de venta, introduciendo en ellos lo que les sobra y que hasta ahora lo tiran al suelo, tendrán que vérselas no tanto con sanciones económicas como con la prohibición directa de que no vuelvan a instalarse en el recinto previsto para este mercado.


Mientras se mire para otro lado, mientras la Delegación municipal correspondiente no quiera implicarse en lo que es un flagrante abuso de algunos de estos profesionales, el asunto irá a más y pronto ni veinte brigadas de limpieza podrán recuperar la zona. Como hemos tenido oportunidad de decir cuando la basura ha sido el tema a compartir, no se trata de limpiar más y sí de ensuciar menos. Por otro lado, el que las personas que gestionan las ventas de los puestos cuiden el detalle de no tirar al suelo lo que les sobra y sí en los sacos de basura que deben tener obligatoriamente, tampoco creemos que les suponga un esfuerzo. Por el contrario, es obvio que los costos de la limpieza que generan actualmente serían infinitamente inferiores y todos saldríamos ganando. Ojalá no caiga en saco roto nuestra reclamación.