Veamos.
La situación es la siguiente: insistentemente, todos los martes,
cuando se levanta el campamento que conocemos como mercadillo, lo que
queda debajo, en sus cimientos, es suciedad a punta pala, por usar un
término muy nuestro. Así es. Nada de contemplaciones con lo que es
una sangrante realidad que, además, nos cuesta una pasta a todos
nosotros, porque a más suciedad, evidentemente, más gente
limpiando. Hubo una vez que alguien desde el gobierno municipal
escuchó nuestras quejas, que son las mismas que las de la
ciudadanía, y decidió intervenir en busca de un consenso con los
profesionales que se dedican a la venta ambulante y que acuden a
nuestra ciudad, como hemos dicho, los martes de cada semana. De estas
conversaciones salió un compromiso y de éste dos semanas en las
que, efectivamente, aceptaron el reto y, una vez marchaban con la
música a otra parte, lo que había que limpiar era escaso. La
realidad, no obstante, es que duró eso, un par de semanas; a partir
de ahí, suponemos que coincidiendo con la ausencia de vigilancia y
el control municipal, todo volvió a lo de siempre, es decir, a lo
que podemos ver cualquier martes a las dos de la tarde: un vertedero
incontrolado en la misma ciudad que está claro que no beneficia a
nadie y menos a nosotros, porque recordemos que incluso realizando su
habitual y magnífico trabajo la brigada de limpieza que hasta allí
se desplaza, buena parte del papel y los plásticos aparecen en toda
la zona y especialmente en la autovía. Es más, después de tantos
años escuchando que se trabaja para la consolidación de un
escaparate estético que mejore la visión que los viajeros tienen de
nuestra ciudad, a lo más que se ha llegado es a ocupar la totalidad
de la alambrada de bolsas de plástico y papel.
Uno,
confeso profano en la materia, sin embargo, ha llegado a la
conclusión, primero, de que algo se puede y debe hacer, y más
cuando sabemos que, cuando se decidió intervenir en el control de lo
que se tiraba sin más al suelo para que luego lo recogieran, la cosa
mejoró; segundo, que entendemos que es una obligación municipal
que por el momento se ha abandonado y que nos perjudica claramente.
Así, reclamamos en nombre del sentido común y hasta es posible que
de un buen número de ciudadanos, que se nombre una comisión y que
ésta, con la participación activa de los representantes de los
profesionales del mercadillo, les exija lo que por otra parte tampoco
debe ser tan complicado, ya que de lo que se trata es de informarles
de que aquellos que no usen las bolsas o sacos de basura que deben
tener al lado de sus respectivos puestos de venta, introduciendo en
ellos lo que les sobra y que hasta ahora lo tiran al suelo, tendrán
que vérselas no tanto con sanciones económicas como con la
prohibición directa de que no vuelvan a instalarse en el recinto
previsto para este mercado.
Mientras
se mire para otro lado, mientras la Delegación municipal
correspondiente no quiera implicarse en lo que es un flagrante abuso
de algunos de estos profesionales, el asunto irá a más y pronto ni
veinte brigadas de limpieza podrán recuperar la zona. Como hemos
tenido oportunidad de decir cuando la basura ha sido el tema a
compartir, no se trata de limpiar más y sí de ensuciar menos. Por
otro lado, el que las personas que gestionan las ventas de los
puestos cuiden el detalle de no tirar al suelo lo que les sobra y sí
en los sacos de basura que deben tener obligatoriamente, tampoco
creemos que les suponga un esfuerzo. Por el contrario, es obvio que
los costos de la limpieza que generan actualmente serían
infinitamente inferiores y todos saldríamos ganando. Ojalá no caiga
en saco roto nuestra reclamación.