Hace
años que el aumento de las familias con niños que se ven obligadas
a depender de las organizaciones no gubernamentales con el fin de
cubrir sus necesidades básicas, especialmente en el apartado
alimentación, de acuerdo con los datos oficiales que conocemos, ha
aumentado por tres-cuatro veces. Así, la situación de colectivo tan
expuesto alcanza cotas desconocidas y ha colocado a España muy
próximo a la cabeza de los cuarenta y un países que tienen
problemas de pobreza infantil. Así lo ha dicho la Sociedad Española
de Salud Pública y Administración Sanitaria en un informe que hemos
conocido estos días, en donde avisa de lo que a todas luces es un
grave problema el hecho de que la desigualdad social y la privación
acabará perjudicando la salud de los menores, al tiempo que los
marcará el resto de sus vidas. Según la Agencia de Evaluación de
Tecnologías e Investigaciones Médicas,
se sabe por los estudios realizados que una infancia expuesta a
privaciones materiales y nutritivas acaba aportando resultados
negativos sobre su salud a corto y medio plazo. Actualmente, los
menores que conviven en familias que tienen sus miembros en paro han
aumentado significativamente y ha situado a la población infantil en
situación de riesgo de pobreza en casi el cuarenta por ciento.
De
acuerdo con la organización que ha financiado el estudio, el
gobierno tiene que prever lo que va a ocurrir en un futuro para
paliarlo y plantearse lo que puede pasar después. Es más, es bueno
que se destinen recursos para las enfermedades, pero la pobreza
infantil es una emergencia de salud porque estamos seguros de que va
a causar problemas a medio y largo plazo si no se hace ahora algo
para poder solucionarla. Por su parte, lo que afirman los estudios
científicos es que una mala nutrición junto con una situación
social discriminatoria está
asociada a problemas mentales y a un mayor riesgo de meningitis y
otras enfermedades infecciosas en la infancia por tomar alimentos
pasados de fecha. Esta misma sociedad denuncia que el número de
niños y adultos que acuden a bancos de alimentos desde el comienzo
de la crisis aumenta a diario. Otro estudio, realizado por expertos
reclamaba, ante la evidencia del impacto de la crisis en la salud
infantil, la urgente necesidad de vigilar los efectos de la recesión
global en la salud de los niños
e
informar de ello para que se puedan ofrecer respuestas políticas
adecuadas. De entre las medidas que los gobiernos debían tomar sería
mantener abiertos durante todo el año los comedores escolares y así
garantizar el acceso al menos a una comida diaria a todos los menores
en edad escolar. Otra propuesta es evitar los desalojos de familias
con menores o garantizar el acceso a los suministros básicos de las
familias en situación de vulnerabilidad, como sería el caso de los
cortes de electricidad en los hogares que se registran en España.
Evidentemente, se trata de una cuestión de prioridades contra la
pobreza infantil que, si no se hace ahora, no se va a poder
solucionar a corto plazo.
Desde
luego, en el tejado de los responsables gubernamentales y
organizaciones dedicadas a este tipo de menesteres encontramos la
pelota, pero que nadie crea que serán capaces de solventar un
problema tan urgente sin ayuda. De hecho, esta situación viene de
lejos y vemos que aumenta anualmente de forma preocupante. Por eso la
sociedad sin fisuras tiene que hacer suyo el problema y exigir
permanentemente la implicación de los responsables del área en
busca de soluciones capaces de mantenerse en el tiempo y de reducir
el número de personas necesitadas. Entre todos deberíamos poner de
moda la generosidad y la solidaridad. Hoy por ellos y mañana,
quizás, por nosotros. ¡Quién sabe!