lunes, 21 de noviembre de 2016

¿POR QUÉ ODIAN A ANDALUCÍA?

Imprimir

Que España “is diferent” no creemos que necesite de detalles que lo avalen. Somos raros, extraños entre nosotros mismos y, sobre todo, cuando comparamos regiones, que es cuando algunos llegan hasta el paroxismo con tal de diferenciarse del resto. La realidad es que quienes hemos nacido en Andalucía andamos entre los más rechazados sin que nadie en la piel de toro haya sido capaz de encontrar los detalles o características desde las que justificar esa barbaridad xenófoba. Y más cuando catalanes y vascos, que dicen sentirse los más agraviados en la cosa esa del reparto equitativo del dinero entre regiones, hace años que cruzaron sus sangres con buena parte de las gentes de Andalucía, Extremadura, Murcia y Galicia, en donde desembarcamos en los sesenta y setenta y que hoy, ¡qué cosas!, piden la independencia como si sus raíces estuvieran perdidas en el tiempo. Vagos, gandules o perros, dependiendo del interés que ponga el opinador de turno en la afirmación; además de bailones, chistosos, intrascendentes, subvencionados y otras lindezas que suelen colgarnos como añadido cuando nos identifican como andaluces. Nosotros hacemos lo propio, ¡faltaría más!, con el resto de las personas nacidas en nuestro país, por lo que es posible que nos merezcamos, no tanto la realidad de las afirmaciones como la intención de hacer daño cuando pronuncian algunas de ellas. Personalmente, no estamos de acuerdo con ninguna, que para eso cada uno de nosotros se desenvuelve en su realidad, disfruta, sufre o padece lo que vive en sus respectivas regiones y de nada le van a servir los exabruptos que dediquen a los demás. Sí es posible que, cuando la clase política se mete en jardines sin flores y se presenta ante los demás como realmente es, o sea, cuando se deja la máscara democrática y echa mano de la populista, entonces el asunto pasa a ser noticia y, lógicamente, es cuando de verdad conocemos a la persona y no al personaje. Eso y no otra cosa es lo que ha ocurrido con Cristina Cifuentes, a la sazón presidenta de la comunidad de Madrid, que, en el fragor de la lucha parlamentaria, se le fue la lengua y afirmó con vehemencia desconocida que Madrid financia la educación, la sanidad y la supervivencia de Andalucía. Luego, cuando comprobó la importancia mediática que había conseguido su arenga, optó porque no se habían entendido sus palabras, que se habían tergiversado o que fueron sacadas de contexto.

Con todo, aun resultando tristes y dolorosas sus afirmaciones, entre otras cosas porque no se ajustan a la realidad, recuerden que no está sola cuando de despotricar en nuestra contra se trata: Ana Mato aseguró que los escolares en Andalucía no tenían sillas donde sentarse en los colegios, que los niños y niñas andaluzas eran analfabetos y, no obstante, luego fue nombrada ministra de Sanidad al tiempo que se dedicaba a sacar provecho, junto a su marido, de la trama Gürtel. O Esquerra Republicana, que vino a contar a sus correligionarios, entre ellos el famoso comprovinciano de la Bobadilla, Rufián, que aquí, en Andalucía, nadie pagaba impuestos porque vivimos de Cataluña. O el mismísimo líder de Podemos, el señor Iglesias, que, a la vista del resultado de las últimas elecciones en las que su partido participaba, se lió la manta a la cabeza y nos regaló un rosario de improperios sin estilo ni control verbal que incluso avergonzó a los suyos. En definitiva, que sigue habiendo quien tiene la fea costumbre de usarnos como moneda de cambio cuando tratan de justificar su incompetencia política. Por cierto, cuando la señora Mato decidió criticar, lo que a su juicio era la escasa dedicación educativa andaluza, nadie en su partido en Andalucía, por entonces responsabilidad directa del señor Arenas, dijo esta boca es mía para defender lo contrario. Ahora ha sido otra representante popular la que ha realizado un juicio de valor que ha vuelto a dañar nuestra imagen. Cristina Cifuentes, que siempre ha andado envuelta en la bandera de la democracia y el sentido común, parece que ha decidido desenmascararse a sí misma encontrado en nuestra tierra la respuesta idónea para justificar los errores a su política. Veremos ahora qué opina su partido en Andalucía, porque ellas y ellos son andaluces. Y más cuando, repetimos, lo que ha afirmado es mentira.