jueves, 17 de noviembre de 2016

MILLONES DE HOGARES SIN ELECTRICIDAD

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La anciana fallecida a consecuencia del incendio que se originó en su casa debido, según el resultado de la inspección de los técnicos, a una vela, ha sido como un bofetón en plena cara y a traición. No solo Reus, su ciudad, ha respondido con fuerza y exigido a la autoridad municipal y a la autonómica que intervengan, si no para devolverle la vida a esta señora, al menos para que no vuelva a ocurrir otro accidente por esta causa. Y todo porque esta buena mujer, que se había quedado sin fluido eléctrico hacía dos meses, usaba velas para desenvolverse en el interior de su vivienda. Una vez más se ha hecho realidad aquello de que el fuego tiene muy malas pulgas y que el que juega con él, aunque no sea este el caso, acaba pagando los excesos. La compañía eléctrica, Endesa, en vista de que no abonaba las facturas pendientes decide cortarle el suministro y parece que sin avisarle previamente, ni a ella ni al ayuntamiento, detalle que podía pasar desapercibido, pero que como está expresamente prohibido y el Consistorio tiene que conocer con antelación este tipo de situaciones extremas de sus vecinos para ver de evitarlas, se entiende que se ha ejecutado fuera de la ley. De hecho, el alcalde de esa ciudad catalana ya ha anunciado su intención de denunciar a la eléctrica y de pedirle responsabilidades por el asunto empresarial como tal y por el fallecimiento de la señora.

Lo que nos extraña es que, a su vez, la primera autoridad de Reus y el mismísimo president Puigdemont hayan coincidido y se hayan mostrado convencidos de que en el territorio que ellos respectivamente controlan no se dan estos casos tan dramáticos, coincidencia que no acabamos de entender sencillamente porque en España, es decir, incluida la autonomía de Cataluña, estamos situado en los tres millones y medio de personas que no pueden calentarse en invierno porque sus ingresos no le alcanzan para abonar la factura de la luz. ¿Acaso en Cataluña existen cauces habilitados para denunciar esta anomalía social? ¿O es que en esa rica región española, gracias a la extraordinaria solidaridad de sus moradores, nadie pasa frío porque entre todos sufragan los gastos de aquellos que no pueden permitirse este lujo? Más bien parece que, como los políticos viven normalmente alejados de la realidad en la que se desenvuelven sus paisanos, no sepan de situaciones tan acuciantes de los que andan sin trabajo o con ingresos justos para el alquiler y la comida. Debían saber, sin embargo, que son miles, millones, las familias que sufren en sus carnes el hambre y el frío, y que su dedicación política debía estar, entre otras, dedicada de manera muy especial a solventar estos problemas.


En contra de la opinión general de la clase política, lo cierto es que de la crisis habrán salido unos cuantos privilegiados y que el resto, si lo ha conseguido, lo habrá hecho con lo justo. Aceptamos que el político cuide con mimo y esmero su trabajo, que viene a ser su fuente de ingresos, pero que mienta como lo hace no solo nos preocupa, sino que, conscientes de que una mentira repetida mil veces acaba siendo aceptada como verdad, los que acabemos como mentirosos seamos nosotros, es decir, los que sí vemos de cerca cómo se desenvuelven en realidad nuestros amigos y conocidos, muchos de los cuales sobreviven gracias a las ayudas que reciben de sus paisanos, porque hasta en este detalle las Administraciones se muestran rácanas y deshumanizadas. Es tal el nivel de vanagloria que observamos en parte de la clase política, que o mucho cambian las cosas o nos tememos que serán miles de personas y familias las que se unirán a las que perdieron la electricidad este invierno. Evidentemente, un poco de humildad y algo de humanidad no nos vendría mal. Nada mal.