miércoles, 28 de diciembre de 2016

DÍAS DE COMPRAS Y DE REGALOS

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Las Administraciones, que nos conocen mucho más de lo que nosotros creemos, se afanan estos días en convencernos de que debemos realizar las compras navideñas con responsabilidad, desde juguetes no bélicos ni sexistas hasta los excesos propios de unas fechas en las que se nos olvida hasta el saldo que tenemos en el banco. Siempre ha sido así, por lo que tampoco deberíamos extrañarnos fotografiados en las instantáneas tópicas de estos días, es decir, acarreando las compras de un lado para otro como locos correteando por un descampado. Quizá el hecho de que formemos parte de una “troupe” sin cabeza ni cola y que nos camuflemos como unos más en el maremágnum de la marea de compradores compulsivos, nos sirva para auto convencernos de que el hecho de no ser originales tiene sus ventajas y lo de las compras navideñas es una de ellas. Tres cuartos de lo mismo nos ocurre con los sorteos de todo tipo, aunque especialmente de los del Gordo y el del Niño, que atraen a los más reacios y los hacen caer en la tentación de llevarse algún décimo que otro, no sea que, como ha ocurrido en Andújar, le toque al vecino y nos quedemos con cara de tontos.

Cuando se trate de elegir un juguete para niños o niñas, lo primero que debemos tener en cuenta es que ya está bien de diferenciar los colores azul y rosa para unos u otras, o los caballos para ellos y las cocinitas para ellas… La elección debe hacerse de acuerdo con las preferencias que han venido mostrando ambos los días previos a la compra, y desde luego que obligarles a disfrutar de algo que no les gusta, más que un regalo parece una venganza. Ocurre algo parecido con los juguetes bélicos, rechazados por cierto por psicólogos y educadores, porque les proporcionados armas que les permiten continuar viviendo las historias y las escenas que observan en la televisión, porque recordemos que, si existe una fuente de agresividad continuada y de impacto visual de gran importancia educativa, esta es sin duda ninguna la televisión. Ya puestos, una vez que tenemos que invertir en un elemento que tiene como finalidad concreta la de entretener y educar al menor,  decidirse por los que podíamos calificar como neutros nos parece la mejor elección. De acuerdo con la generalizada opinión de los especialistas, cambiar los deseos de los menores cuando de elegir el regalo se trata no es nada difícil, puesto que sus peticiones siempre están basadas en la necesidad que les han creado los fabricantes a través de los folletos que por miles ponen en el mercado o los anuncios televisivos.


En el caso de los adultos, la campaña que tiene como fin conseguir que hagan compras lógicas y que huyan de los excesos tiene su fundamento en que siempre será mejor la calidad que la cantidad. Para nada debe importarnos lo que otros padres regalen o los principios por los que se rijan, porque lo importante es que el juguete o el regalo elegido por los mayores lo disfruten los menores al tiempo que los educan. Desgraciadamente, cuando de regalar se trata, lo normal y más extendido es dejarnos llevar por las exigencias del niño o la niña y sin condiciones, por lo que finalmente acabamos adquiriendo algo que se esfumará en dos días. Y todo porque los menores son especialistas en perder la ilusión por lo nuevo al día siguiente de haberlo recibido y de poco servirá que hayamos invertido mucho o poco dinero, ya que estarán más pendientes del regalo de sus hermanos o del niño del vecino que del suyo. Lo vienen diciendo los educadores, psicólogos y el resto de profesionales dedicados a la educación infantil, y además desde hace muchos años, pero la realidad es que es como si predicaran en el desierto, porque lo que se dice hacerles caso, más bien poco. El que las Administraciones se hayan implicado en campañas con este objetivo responde a la urgente necesidad que tienen los más pequeños de la casa de ser reconducidos en sus genéricas apetencias, especialmente cuando de alejarlos cuanto más mejor de sus tópicos clichés sexistas y belicistas.