En el día a día, todo sigue igual. Es
más, si no supiéramos que pronto despediremos el año 2016, cualquiera diría que
estamos aún en 2015. La sucesión de los acontecimientos, las noticias que hemos
conocido estos días, las fiestas de este fin de semana y las del que viene,
todo igual. El discurso del rey, el segundo en su particular historia frente a
los treinta y ocho del padre; las opiniones de los partidos y sus portavoces,
especialmente los populares y los socialistas, que ninguno de ellos ha mostrado
desacuerdo alguno, y en esta ocasión tampoco; sí lo han hecho los catalanes,
que se han limitado a emitir las palabras reales desde el segundo canal de la
tv3, y los vascos, que sencillamente no las han emitido. También Ciudadanos se
ha mostrado satisfecho con el mensaje del rey, aunque Podemos, que anda
reajustándose a sí mismo y buscando su personalidad futura, ha manifestado su
desacuerdo a la totalidad. O sea, lo que les decimos: como siempre, como si se
repitiera la instantánea del año pasado.
Ahora queda otra cita que, si no cambian
las cosas a última hora, nos obligará a repetir lo mismo que hacemos ahora, ya
que la despedida del año nos condiciona desde todos los frentes: las uvas, los
abrazos, los besos, los gritos de alegría, la espera infinita a que suenen las campanas
después de una opípara cena, repartir
buenos deseos a propios y extraños… Sueños de un año mejor y de un mundo más
comprensivo y solidario, necesidad de paz y prosperidad para los países y las
personas que tanto la necesitan, suerte para la lotería del niño… En fin, que
todo nos salga bien y que especialmente los nuestros reciban todas las
bendiciones posibles. En solo unos minutos, con la familia delante y con la
fuerza que proporciona la alegría que emana de la reunión, se nos ocurren
infinidad de deseos que en muy pocas ocasiones somos capaces de expresarlos y
en otras de recordarlos cuando pasa el tiempo. También como todos los años.
Tampoco faltarán los deseos propios del
inicio del año nuevo, es decir: acudir al gimnasio o hacer deporte por nuestra
cuenta, o comprarnos una bicicleta estática o una cinta para correr, dejar de fumar o de beber, comer más sano y
menos, comprarnos las colecciones en fascículos que nos ofrecerán en el kiosco
o desde las televisiones, compartir más tiempo con la familia y los amigos… Nos
durará poco este ímpetu, cierto, pero mientras lo mantengamos disfrutaremos con
ello e incluso presumiremos de que iniciamos una nueva vida, como si ese fuera
nuestro verdadero futuro y la meta por la que lucharemos hasta donde sea necesario.
Luego, también como todos los años pasados, lo iremos dejando a un lado porque,
solemos decir, no tenemos tiempo casi para nada. Eso sí, los recuperaremos
coincidiendo con las mismas fechas y de esta forma permitirnos repetir el mismo
comentario el año próximo, pero esa será otra historia.
La de ahora tiene mucho que ver con los
buenos deseos de nuestra primera autoridad municipal, que tuvo la amabilidad de
compartir con los medios de comunicación locales un desayuno en el que nos
informó de que los proyectos políticos que dieron a conocer a los ciudadanos se
mantienen intactos y algunos de ellos a punto de iniciarse. Como nos dijo el señor Huertas, el poco más
de año y medio transcurrido desde que llegaron al poder lo han dedicado
mayormente a reajustar la Casa Consistorial. A partir de ahora se tratará de
realizar aquello que se prometió y para lo que aseguró se ha previsto la
financiación necesaria. Sobre el año 2017, nuestra primera autoridad se mostró
convencido de que mejoraría la ciudad en todos los órdenes. Llegados a este
punto tendríamos que preguntarnos: ¿también como el año pasado?