viernes, 23 de diciembre de 2016

¡ YA ESTÁ BIEN !

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La situación real del tráfico responde a una especie de pacto entre conductores y conductoras, según el cual, en su detalle, parece que nos hubiéramos propuesto superar la cifra de accidentes del año pasado, que fue de 1.126 fallecidos. Si tenemos en cuenta que en 1960 España tenía un parque automovilístico de un millón de vehículos y dos millones de conductores, y que en 2015 alcanzábamos los treinta y un millones y medio y veintiún millón de conductores, lo que está ocurriendo ahora acaba con la racha positiva que habíamos conseguido entre todos desde ese año, porque el descenso ha sido continuado. En cuanto a los heridos del ejercicio anterior, nada menos que cuatro mil ochocientos necesitaron de hospitalización, y con respecto a las carreteras que más muertos y heridos aportaron a la estadística, doscientos trece fueron en autovía mientras que en carreteras convencionales, que volvieron a llevarse el premio, se dejaron la vida novecientas trece personas. Entrando en detalles, ciclistas fueron cuarenta y dos; triciclos, veintiocho; motos, doscientos diecinueve; automóviles, quinientos sesenta y nueve, y camiones y furgonetas, sesenta y ocho.

Pues bien, a estas alturas, a una semana de que finalice el ejercicio, una de las más peligrosas de todo el año, llegamos a la meta con los números superados y parece que con ganas de mantener esta actitud por unos días más. Naturalmente, el hecho de que después de tantos años decayendo la cifra de mortalidad en las carreteras, el que este año rompamos con la tradición no solo supone un varapalo para las intenciones del Gobierno a través del Ministerio de Interior y éste, a su vez, de la Dirección General de Tráfico, sino un fracaso para nosotros, los usuarios, que somos finalmente los protagonistas de una terrible historia con triste final. A lo largo del año, miles de personas y cientos de familias han perdido a un ser querido en un accidente de tráfico que, como tenemos por costumbre dejar claro, se pudo evitar. Los tanatorios de toda España dan fe, especialmente los fines de semana, de tanto dolor por la pérdida inesperada e injusta de quienes quizá ni siquiera tuvieron nada que ver con la situación de peligro que acabó con ellos.


Extraña, no obstante, la actitud de algunos de nosotros cuando de justificar nuestra actuación se trata, ya que solo se nos ocurre echar mano de los agentes de Tráfico para cargar sobre ellos nuestra propia irresponsabilidad. Lo de menos es que superemos la velocidad máxima, que consumamos alcohol o drogas conduciendo, que no tengamos reparos ni límites cuando de usar el móvil se trate o que no respondamos a la llamada de usar el cinturón de seguridad los adultos y que los pequeños viajen siempre con los específicos sistemas de retención homologados que encontramos en el mercado. Lo nuestro es más elemental y nos limitamos a valorar su tarea asegurando que están solo para recaudar y que interfieren en nuestra libertad como usuarios de vehículos a motor. Y todos tan contentos. Por eso suponemos que muchos de nosotros estaremos contentos por el récord obtenido a lo largo de este año: ¡hemos superado el número de fallecidos en carretera, por fin, y ahora de lo que se trata es de celebrarlo! Sonará raro, pero es la impresión que percibimos desde el momento en el que nos asomamos a la carretera y comprobamos cómo nos las gastamos con el volante entre las manos. Por si le sirve a alguien, los responsables somos en todos los accidentes los conductores y, por tanto, solo nosotros podemos detener la inmensa sangría que representa perder a miles de compañeros cada año. ¡Ya está bien!