jueves, 26 de enero de 2017

DESCANSE EN PAZ BIMBA BOSÉ

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El fallecimiento de Bimba Bosé nos ha vuelto a situar ante una realidad que la evitamos conscientemente y que nos presenta irremediable ante los demás tal y como somos, sin caretas ni disfraces. En momentos tan especiales como es la muerte de un ser querido, independientemente del conocimiento que tenga la sociedad de esa persona, el dolor debe ser inmenso y es evidente que cualquier comentario fuera de lugar conseguirá justificadamente el rechazo de la familia. En el caso de esta chica, madre de una niña, por mucho que los especialistas hayan rebuscado en su escaso pasado, ¡vayan ustedes a saber con qué intenciones!, no han hallado nada que denunciar o que mostrar al resto del mundo que sirviera para criticarla. Se trataba, eso sí, de un familiar directo de la familia Bosé, cuyo abuelo fue Luis Miguel Dominguín y su tío Miguel Bosé. Como era de esperar, con unos genes tan concretos y un ambiente tan artístico como en el que se desenvolvió a lo largo de su vida, lo normal es que derivara en el mundo de la farándula, del artisteo, de la moda… Si a esto le unimos el hecho de que por sí misma destacara por sus cualidades personales, su endiablado carisma y la seguridad que mostraba fuera y dentro de los escenarios, la suerte estaba echada, porque desde sus primeras apariciones públicas consiguió ganarse al público y eso, entre nosotros, no crean ustedes que es una virtud; al contrario, es una enorme losa que gana peso conforme el personaje acumula popularidad, un cóctel muy peligroso que no siempre se protagoniza con éxito.

Si los fans, como aseguran los especialistas en estos temas, pueden llegar incluso hasta asesinar a sus ídolos, y casos conocemos de sobra que lo confirman, los que los menosprecian, quizás más cobardes ellas y ellos, saben esperar la ocasión, y en cuanto tienen  oportunidad de mostrar su desacuerdo y criticar, lo hacen desaforada y desproporcionadamente, llegando incluso hasta la locura. Los mensajes que hemos podido leer sobre el fallecimiento de esta chica son realmente deleznables, desde homófobos a xenófobos, sin perder de vista el inmenso odio que rezuman y que deben recalentar  diariamente sobre la persona que eligen para crucificarla. Si de verdad la Fiscalía decide investigar y hallar a las personas que los han firmado, desde luego que nos alegraríamos de que sus textos recibieran la calificación de incitación al odio y de ahí que se dispusiera la sentencia que los jueces crean conviene para este tipo de casos. Si por el contrario se opta por obviar lo que tanto dolor y tanta vergüenza ajena ha generado, se estaría habilitando oficialmente una gran puerta para el desmadre, para que cualquiera exprese su injustificado odio y para conseguir enfrentarnos socialmente.


Si al dolor familiar por la vida de esta chica, de solo cuarenta y un años, que vivía su vida sin más limitaciones que su propio crecimiento como persona y artista y el de su hija, debe ser inmenso, no digamos nada cuando hayan conocido lo que se ha vertido en las redes sociales en su contra, como si estos descerebrados estuvieran esperando su muerte para lanzarse sobre ella como buitres sin escrúpulos capaces de hasta la necrofilia, que es lo que nos faltaba. Asumimos que las redes sociales tienen infinidad de ventajas, que nos mantienen comunicados con familiares y amigos, que nos tienen al día de todo lo que ocurre en el mundo, pero no perdamos de vista que también entran y salen en foros y chats los que solo buscan el morbo y dañar a los demás porque sí. Recordemos los mensajes que recientemente hemos conocido sobre el terrorismo protagonizado por ETA y los chistes negros que tenían como objetivo las víctimas de sus atentados, que han corrido por las redes como oro fundido. Evidentemente, mucho cobarde parapetado detrás de un ordenador haciendo de las suyas, disfrutando del anonimato que éste le proporciona, aunque se olvida, miren qué cosas, que el seguimiento policial permite encontrar de dónde provienen y a sus redactores. Esperemos que, una vez delante del juez, sean lo suficientemente valientes para reconocer sus faltas, aunque permítannos la duda. De nuestra parte, descanse en paz Bimba Bosé.