El
hecho de que los niños en general suelan reprender a sus mayores cuando,
conduciendo, hacen uso del móvil, creemos que es una situación sobre la que
trabajar en busca de un conductor más concienciado de sus obligaciones como
tal. Nos dicen los especialistas que los niños observan las distracciones de
sus padres cuando están conduciendo y que nada menos que el cincuenta y tres
por ciento de los niños andaluces de entre cinco y doce años, que es aquí donde
realmente está la noticia, aseguran que se despistan por cualquier motivo,
incluso cuando les atienden. Por el contrario, escasos son los adultos
andaluces que asumen que, efectivamente, cometen ese peligroso error mientras
conducen, ya en ciudad o en carretera, lo que, al no ponerse de acuerdo,
representa una falta de entendimiento entre ambos. Sin embargo, sabiendo de los
usos y costumbres con los que conducimos, somos más de creer a los pequeños. Es
el caso de la velocidad, en donde también encontramos claras diferencias de
opinión, porque mientras los menores la perciben como excesiva incluso cuando
viajan a la velocidad permitida, los adultos rechazan esta opinión
mayoritariamente. Se entiende que la percepción de la velocidad, por razones
obvias, nunca será la misma entre los pasajeros y quienes conducen,
independientemente de la edad que tengan.
Otro
asunto de gran relevancia para la seguridad de los menores son los sistemas de
retención que proporcionan las sillas infantiles, que recuerden deben estar
homologadas por Tráfico. Pues bien, preguntados si usan normalmente estos
sistemas, su respuesta nos ha dejado preocupados, ya que no se consigue la
totalidad. De hecho, más de un treinta por ciento de los menores encuestados
afirma que ellos no usan de este tipo de silletas especiales nunca. Menos mal
que, entrando en detalles, cuando los encuestadores les requieren su respuesta
sobre dónde suelen viajar, una aplastante mayoría asegura que lo hacen en los
asientos traseros, bien en silla especial o con los cinturones de seguridad. De
las consecuencias que podemos destacar de estudios de este tipo, es evidente
que la participación de los menores, mucho más espontáneos que los adultos e
incluso más sinceros, ponen sobre aviso a los responsables de la seguridad del
tráfico y permite conocer más en profundidad los posibles defectos de algunos
de nosotros. La importancia del niño en el interior de un vehículo en marcha
debería suponer un control total del
mayor, que es quien en realidad conoce las consecuencias que pueden derivarse
de una simple frenada o no digamos nada de un accidente.
Quienes entienden que la
educación de los niños en relación con el uso del coche debería ser
obligatoria, van bien encaminados. Sin embargo, no siempre es así, ya que el
estudio que nos sirve de referencia nos informa de que los menores aseguran,
por ejemplo, que entran y salen de los vehículos sin la ayuda de sus padres,
que cuando acuden al colegio éstos los suelen dejar salir sin control, que no
siempre aparcan convenientemente y que entran y salen del centro escolar sin la
vigilancia de los adultos. Quizás se nos olvida que, como buenos emuladores que
son de sus padres, los niños y las niñas se forman como futuros conductores tal
y como los observan a ellos, por lo que los errores acaban formando parte de
cómo se desenvolverán en el futuro conduciendo un vehículo. Los vicios, y
no precisamente los ocultos, sino
aquellos que ven en sus progenitores, no tardarán en incorporarlos y hacerlos
suyos, porque si éstos los practican, ellos no serán menos. Por todo esto,
aprenderse la lección y, especialmente cuando viajemos con ellos, cuidar de dar
una imagen de conductor responsable y cauteloso, estamos convencidos que
aportará resultados beneficiosos para ambos.