Comenzamos el año con una importante
subida de los carburantes. En México ha ocurrido algo parecido, aunque
ciertamente más importante el incremento, y los usuarios han montado un cisco
de cuidado que tiene en vilo hasta el mismísimo presidente. Aquí no, aquí lo
arreglamos quejándonos en la barra del bar y poco más. Era de esperar que el
Gobierno se afanara en recaudar dinero de manera rápida y sin mucho papeleo, y
ya sabemos que en el momento en el que ponemos en el depósito la manguera, el
río de euros que se ingresa en los arcas del Estado cuesta lo suyo contarlo. Por
supuesto, el gas, la electricidad, los servicios comunitarios, los impuestos
generales y demás cargas fiscales también han notado un incremento contenido.
Si alguien no había caído en la cuenta de que entre todos estamos obligados a
pagar la factura de las autopistas rescatadas, además de echar una mano en la
reducción del déficit y en el aumento de los gastos generales que la Hacienda
Pública necesita para gestionar el día a día, es porque anda alejado de la
realidad en la que nos desenvolvemos. Por cierto, lo de la hucha de las
pensiones no huele bien desde hace unos años y ahora bastante menos si tenemos
en cuenta los sucesivos bocados millonarios que le vienen dando y que la han
dejado con la lengua fuera. A todo esto, hartos estamos de tanto triunfalismo
gubernamental con respecto al mercado laboral. La realidad es que más de tres
millones de personas siguen sin encontrar empleo, que miles son los niños que no
se nutren como su edad demanda y que los puestos de trabajo de estos días son
estacionales y que por ello no tardarán
en volver desgraciadamente a engrosar las listas de las que han salido. Este
detalle es el que en realidad nos debemos interesar, y también en cambiar la
actual tendencia y sangrantes vaivenes del mercado laboral. Que España va mejor
en todos los órdenes es un hecho tangible, pero no para todos, y no hace falta
que entremos en detalles suficientemente conocidos y dolorosos.
En lo más próximo, en lo que nos toca
directamente, sepan que el año lo terminamos con el presupuesto municipal
aprobado gracias a la mayoría que tiene el gobierno y el disgusto del Partido
Popular y de Izquierda Unida, que mostraron su disconformidad marchándose del
pleno antes de que se votara su propuesta de dejarlo sobre la mesa, una actitud
criticada desde los asientos socialistas y andalucistas, que vieron en esta
decisión un preocupante acuerdo previo entre ambos partidos incomprensible
sobre todo en las filas de la izquierda, que han mostrado a lo largo de los
últimos doce años una actitud mucho más comprensiva con las decisiones de la
derecha. El asunto, con todo, es que los presupuestos ya están activos y que el
Ayuntamiento puede andar con la comodidad que le aporta este hecho o
circunstancia. Eso sí, habrá que estar muy pendientes de su desarrollo y, más
aún, de si efectivamente se cumplen las agoreras previsiones de los partidos en
la oposición con respecto a que no responden las cuentas a las necesidades
reales de la ciudad y de sus habitantes. Entendemos que, si al menos se cumplen
las intenciones anunciadas, de reducir la actual deuda municipal y salir de la
intervención de Hacienda en la que nos encontramos, algo bueno debemos anotar
en el haber de los actuales gestores. Lo de gastar más dinero del que se tiene,
como permanentemente nos recuerda el presidente del Gobierno, señor Rajoy, es
algo inviable, que en nuestro caso ha consolidado una deuda reconocida de casi
cincuenta millones de euros.