jueves, 19 de enero de 2017

¿POR AGRADECIDOS O POR INCULTOS?

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Leemos en el sondeo del Estudio General de Opinión Pública de Andalucía, que el PSOE mantendría la mayoría de la intención de voto de los andaluces, aunque con una reducción en los apoyos lo suficientemente significativa como para que en el partido anden preocupados. El que la distancia de los apoyos entre los populares y los socialistas se reduzca en casi un dos y medio no es cosa menor, ya que mientras el PSOE sería respaldado por algo más del veintiocho por ciento de la población, el PP obtendría el apoyo de un veintiséis con dos. El resto de partidos quedarían, respectivamente, así:  Podemos, con un diecisiete por ciento; Ciudadanos, con un  doce con uno, e IU, con un cinco con siete por ciento. De estos datos se desprende que los socialistas, si los comparamos con los del verano pasado, fecha de la última encuesta, rebajarían un tres con cinco menos de respaldo popular. En cuanto a los populares, éstos registran una subida de un punto, IU desciende un dos con tres, Ciudadanos un cero con nueve y Podemos un cero con dos. Con los datos de las pasadas elecciones andaluzas comparados, cuando el PSOE consiguió el respaldo de un treinta y cinco por ciento de los ciudadanos, vemos que pierde más de siete puntos y que el PP se dejaría en el camino solo cinco décimas.

A falta de dos años para la convocatoria de nuevas elecciones en Andalucía, prisa deben darse los partidos políticos en desarrollar sus respectivas tareas con respecto a la obtención de mayores apoyos para sus políticas, que inevitablemente pasan por un mayor acercamiento a las bases sociales, necesitadas que están de políticas de empleo y ayudas  perdidas en el camino antes y durante la crisis. En el caso del gobierno, con la sartén por el mango, su dedicación suponemos que será más visible, más ágil e incluso más original si tenemos en cuenta que muchas de las políticas implantadas y que rigen actualmente el trabajo de las instituciones andaluzas, hace años que se desgastaron y no siempre cambiándoles el nombre o la denominación oficial llegan con más fluidez y fuerza a los ciudadanos. Con un territorio tan plural, tan disperso y tan necesitado de infraestructuras, el trabajo de la Junta de Andalucía debería decidirse marcando prioridades reales y no conveniencias personales. En el caso de la provincia de Jaén, marcados como estamos como pedigüeños y subvencionados incluso fuera de nuestras fronteras territoriales, bueno sería que encontraran un punto de inflexión desde el que comenzar su recuperación en beneficio de una población que hasta el momento ha mostrado una fidelidad de voto que para sí quisieran otros territorios. Como se preguntaba el filósofo ante la situación y análisis del fenómeno socialista en la provincia: ¿será porque los de Jaén son más manejables, más incultos políticamente o porque sencillamente son agradecidos?    

Que la perspectiva de la ciudadanía en relación a la políticas que se desarrollan y en las que ellas y ellos deben ser los receptores oficiales, es evidente que están cambiando enormemente y que, de hecho, influyen en las decisiones del ejecutivo andaluz, presionado por quejas justificadas a las que antes poca atención se les dedicaba y que ahora se han convertido en verdaderos dolores de cabeza para los responsables de las Consejerías. Por otra parte, el hecho de que los asuntos judiciales que mantienen al gobierno andaluz ligado a su desarrollo influyan en la opinión de la calle, que suele generalizar sin control y a tomar posiciones previas sin más datos que los que oye entre sus allegados, corroe el acero de mayor calidad y en política éste sencillamente no existe. De si nos beneficiaremos o no de la encuesta o el estudio que hemos conocido, desde luego que algo de rendimiento social sí que debería tener si los que están quieren seguir dirigiendo la comunidad andaluza.