Leemos en el
sondeo del Estudio General de Opinión Pública de Andalucía, que el PSOE
mantendría la mayoría de la intención de voto de los andaluces, aunque con una
reducción en los apoyos lo suficientemente significativa como para que en el
partido anden preocupados. El que la distancia de los apoyos entre los
populares y los socialistas se reduzca en casi un dos y medio no es cosa menor,
ya que mientras el PSOE sería respaldado por algo más del veintiocho por ciento
de la población, el PP obtendría el apoyo de un veintiséis con dos. El resto de
partidos quedarían, respectivamente, así: Podemos, con un diecisiete por ciento;
Ciudadanos, con un doce con uno, e IU,
con un cinco con siete por ciento. De estos datos se desprende que los
socialistas, si los comparamos con los del verano pasado, fecha de la última
encuesta, rebajarían un tres con cinco menos de respaldo popular. En cuanto a
los populares, éstos registran una subida de un punto, IU desciende un dos con
tres, Ciudadanos un cero con nueve y Podemos un cero con dos. Con los datos de
las pasadas elecciones andaluzas comparados, cuando el PSOE consiguió el
respaldo de un treinta y cinco por ciento de los ciudadanos, vemos que pierde
más de siete puntos y que el PP se dejaría en el camino solo cinco décimas.
A falta de dos
años para la convocatoria de nuevas elecciones en Andalucía, prisa deben darse
los partidos políticos en desarrollar sus respectivas tareas con respecto a la
obtención de mayores apoyos para sus políticas, que inevitablemente pasan por
un mayor acercamiento a las bases sociales, necesitadas que están de políticas
de empleo y ayudas perdidas en el camino
antes y durante la crisis. En el caso del gobierno, con la sartén por el mango,
su dedicación suponemos que será más visible, más ágil e incluso más original
si tenemos en cuenta que muchas de las políticas implantadas y que rigen
actualmente el trabajo de las instituciones andaluzas, hace años que se
desgastaron y no siempre cambiándoles el nombre o la denominación oficial
llegan con más fluidez y fuerza a los ciudadanos. Con un territorio tan plural,
tan disperso y tan necesitado de infraestructuras, el trabajo de la Junta de
Andalucía debería decidirse marcando prioridades reales y no conveniencias personales.
En el caso de la provincia de Jaén, marcados como estamos como pedigüeños y
subvencionados incluso fuera de nuestras fronteras territoriales, bueno sería
que encontraran un punto de inflexión desde el que comenzar su recuperación en
beneficio de una población que hasta el momento ha mostrado una fidelidad de
voto que para sí quisieran otros territorios. Como se preguntaba el filósofo
ante la situación y análisis del fenómeno socialista en la provincia: ¿será porque
los de Jaén son más manejables, más incultos políticamente o porque sencillamente
son agradecidos?
Que la
perspectiva de la ciudadanía en relación a la políticas que se desarrollan y en
las que ellas y ellos deben ser los receptores oficiales, es evidente que están
cambiando enormemente y que, de hecho, influyen en las decisiones del ejecutivo
andaluz, presionado por quejas justificadas a las que antes poca atención se
les dedicaba y que ahora se han convertido en verdaderos dolores de cabeza para
los responsables de las Consejerías. Por otra parte, el hecho de que los
asuntos judiciales que mantienen al gobierno andaluz ligado a su desarrollo
influyan en la opinión de la calle, que suele generalizar sin control y a tomar
posiciones previas sin más datos que los que oye entre sus allegados, corroe el
acero de mayor calidad y en política éste sencillamente no existe. De si nos
beneficiaremos o no de la encuesta o el estudio que hemos conocido, desde luego
que algo de rendimiento social sí que debería tener si los que están quieren
seguir dirigiendo la comunidad andaluza.