Aunque muchos de ustedes no
acaben de estar convencidos, les volvemos a asegurar que las intenciones del
Gobierno, a través de la Dirección General de Tráfico, no son las de reinvertir
lo recaudado (si es que le sobra algo luego de pagar los compromisos a los que
estén sujetos) en la mejora integral de las carreteras. Si acaso, como están
haciendo actualmente, a cubrirlas de una espesa y extensa capa de radares fijos
y móviles con los que exprimir a los usuarios que, angelitos ellos, creen que
circulan sin el control de estos artefactos. Como dijimos la semana pasada,
cientos serán ubicados en los lugares que entienden los técnicos más accidentes
se producen. Podían, además, ordenar la reparación del tramo o la curva asesina
en cuestión, pero evidentemente es mucho más rentable mantenerlos como están
por razones económicas. Consecuentemente, cuanto antes nos concienciemos de que
lo de conducir se convertirá en poco tiempo en un calvario, mejor para todos. De
no ser así, lo de los recortes en el sueldo que padecemos dejará de ser un
problema para dejar paso a lo que realmente sí lo será, porque eso de pagar
multas y multas por los excesos que podamos cometer, además de la retirada de
los correspondientes puntos del permiso de conducir, no solo supone un
inesperado y desagradable pellizco a la cuenta corriente, sino una insoportable
manera de sangrarte.
Echando mano del viejo refrán
que asegura que el que avisa es solo el avisador, vayan preparándose porque la
carretera que une nuestra ciudad con la capital del reino pronto pasará a ser
objetivo prioritario de la autoridad de Tráfico (no, de Carreteras no, de
Tráfico) y con fines muy concretos: denunciar nuestros abusos en el apartado
velocidad especialmente, porque recordemos que entre que la máxima autorizada
es de 80 kilómetros por hora y que está repleta de limitaciones de incluso
hasta 40 kilómetros por hora, el cebo está puesto y los que se descuiden o
confíen pasarán directamente a la ventanilla a cumplir con sus obligaciones
tributarias. Lo que de ninguna de las maneras van a adoptar son medidas de
seguridad para la totalidad del tramo, no sea que alguno crea lo que oye sobre
que está previsto su desdoblamiento y acabe creyéndoselo para luego sufrir una
decepción de cuidado. Por el momento, y es lo que realmente nos debe importar,
la carretera se mantendrá como está, o sea, un desastre. Es más, si de verdad
tuvieran intención de mejorarla en algunos de sus tramos, mucho antes de
iniciar el trámite de su desdoblamiento actuarían en favor de un mejor firme,
una señalización más adecuada, cruces más seguros y unos arcenes más seguros.