Desde hace unos días, los empleados del Ayuntamiento,
los conocidos como funcionarios, buscan el apoyo social que entienden merecen y
necesitan para desarrollar sus tareas como la ciudadanía espera. Su objetivo:
erradicar en lo posible la mala imagen que en general se tiene de ellas y de
ellos, al tiempo que acercar su importante papel a la comunidad que
representan. Evidentemente, se trata de una campaña de imagen que entendemos
era muy necesaria y que ojalá consiga su objetivo, que ya hemos dicho solo persigue
enfrentarse diariamente a su trabajo con la honestidad y coherencia que lo han
hecho siempre. Al tiempo, evitar que en la calle se siga generalizando
despectivamente sobre su entrega, capacidad y rendimiento. Para ello, como lo
primero debería de ser mostrar a la ciudadanía la verdadera realidad del
trabajo del funcionario, nada mejor que aclarar que la burocracia en la que se
desenvuelven, que tanto enmaraña y condiciona su dedicación y que tanta tinta
se ha utilizado para la crítica, para nada tiene que ver con ellos- Es la clase
política la que se encarga de programar sus respectivas tareas y los que les
obligan a seguir los pasos marcados para realizarlos, que casi siempre son
lentos y complejos para las personas que acuden a solicitar sus servicios.
Como en cualquier empresa privada, nuestro
Ayuntamiento busca la excelencia en sus entregas y para ello es fundamental el
papel que juega el funcionario, que es quien finalmente soluciona el problema
del ciudadano y el que permite la viabilidad de la demanda solicitada. Por
supuesto, el desconocimiento que del trabajo que se desarrolla en la Casa
Consistorial se tiene desde fuera, independientemente de la interesada critica
que muchos animan, permite todo tipo de habladurías y desencuentros, y aunque
es cierto que no faltan los que ayudan descaradamente a mantener la imagen de
despreocupación y de dejación de sus respectivas responsabilidades, la realidad
podemos afirmar que es todo lo contrario. Para éstos, por cierto, que a nadie
se le escape que son mala hierba y que no estaría de más que se cortara de raíz
cuanto antes. Para el resto, que son mayoría, respeto y consideración. El día a
día del Ayuntamiento necesita de la preparación de su funcionariado, el único
capaz de ejecutar los mandatos que les llegan procedentes de los dirigentes
políticos y las Administraciones y quien finalmente solventa el problema
planteado.
Lo de generalizar no es la mejor decisión y desde
luego que en el caso que nos ocupa, además, es injusto y falso. Naturalmente,
si el que está realmente obligado a controlar los excesos o inhibiciones de
quienes proporcionan una muy mala imagen de sus compañeros, que no es otro que
el político, lo mejor es invitarle a que actúe, a que tome las decisiones
apropiadas y legales que eviten estos abusos y que controlen las obligaciones
de todos, que es lo menos que deben exigirle, ya que, sin comérselo ni
bebérselo, el resto recibe diariamente la bofetada del ciudadano en forma de
menosprecio a su tarea. Coincidimos, por tanto, con quienes han entendido que
lo mejor es enfrentarse al problema desde lo más íntimo y mostrarse a sí mismos
tal y como en realidad son. Mientras que ellas y ellos luchan por la
consecución de este justificado objetivo, los grupos políticos deberían
trabajar en la misma dirección y facilitarles el equipamiento que necesitan
para desarrollar sus respectivas tareas con diligencia y éxito.