viernes, 3 de febrero de 2017

MÁS INVERSION EN CONTROLES Y NULA EN MEJORA DE LAS CARRETERAS

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Parece que el Ministerio del Interior, de quien depende la Dirección General de Tráfico, ha reaccionado luego de comprobar las estadísticas de la accidentalidad en nuestro país el año pasado, con un repunte que ha venido a romper la tendencia de nada menos que trece años de reducción en las cifras de muertos en carretera. Las tareas que se propone atacar en breve están ligadas especialmente a las carreteras de doble dirección, es decir, secundarias y en donde los adelantamientos siguen siendo la  maniobra más peligrosa y la que más accidentes mortales causa. Su objetivo: realizar un censo de puntos negros y ubicar radares fijos para controlar la velocidad de los vehículos y denunciar los excesos, al tiempo que perseguir el uso el cinturón de seguridad. En total, quince son las medidas a implantar por parte del Ministerio, aunque nosotros hayamos querido destacar estas tres por razones de relación directa con ellas. El resto de las medidas que se implantarán están ligadas a la seguridad en general, aunque ninguna de ellas tiene que ver con la renovación, desdoblamiento o mejora del ancho y del firme de la calzada, que son precisamente las que en realidad reducirían la accidentalidad. Visto lo visto, la renovación de la cúpula directiva de la Dirección General mantiene las mismas políticas y por tanto los mismos defectos de siempre, apostando por controlar al conductor y evitando la inversión en la mejora de las carreteras que dependan de su jurisdicción o responsabilidad. No obstante, mientras no se demuestre lo contrario, lo que se consigue plagando las vías de comunicación de radares para controlar la velocidad nos lleva a la consolidación de un comportamiento del conductor muy peligroso, al exigirle estar más pendiente de la cámara que de conducir.   

Concretamente, las previsiones de Tráfico con respecto a las medidas para reducir la siniestralidad en los tramos de adelantamiento más peligrosos, no pasan precisamente por la mejora de la visibilidad o el asfaltado y sí por reducir las zonas en las que podemos adelantar. Así, se señalizarán con doble línea continua y hasta es posible que con balizas, aunque no detallan inversiones que mejoren la circulación, como podía ser algo tan elemental como la señalización horizontal que tanto echa de menos el conductor en este tipo de carreteras.  Entrar de lleno en carreteras de titularidad de la comunidad andaluza, como puede ser la que une nuestra ciudad con la capital, con el único objetivo de limitarla aún más, de controlar los excesos que se producen y de instalar nuevos radares para cazar a los más intrépidos y osados usuarios, la verdad es que no es lo que esperábamos. Esta vía de comunicación demanda un desdoblamiento urgente si no quiere convertirse en una de las más peligrosas del todo el territorio nacional, porque el número de vehículos que la usan diariamente supera con creces los máximos aceptables.


En cuanto a la velocidad, el ministro ha optado por la instalación de paneles informativos a modo de los que vemos en las autovías o parecidos, en número de doscientos cincuenta en este tipo de vías; el objetivo: advertir al conductor de que supera la velocidad permitida. Además, 60 nuevos radares fijos de velocidad y control del cinturón. Es decir, estamos en las mismas, en donde siempre. Cierto que estos controles tienen su importancia y que limitan los excesos de los habituales, pero es que éstos, una vez conozcan el lugar en donde están colocados (que además Tráfico está obligado a informarnos), pronto dejarán de preocuparse y mantendrán sus peligrosos excesos a lo largo y ancho de la vía. En cuanto a la estadística de puntos negros, lo primero que se nos ocurre es si servirá para algo, porque si lo que se quiere es saber dónde se encuentran simplemente para señalizarlos convenientemente, es evidente que no servirá de nada si no van acompañados de inversiones de mejora del tramo en cuestión.