Parece que el
Ministerio del Interior, de quien depende la Dirección General de Tráfico, ha
reaccionado luego de comprobar las estadísticas de la accidentalidad en nuestro
país el año pasado, con un repunte que ha venido a romper la tendencia de nada
menos que trece años de reducción en las cifras de muertos en carretera. Las
tareas que se propone atacar en breve están ligadas especialmente a las
carreteras de doble dirección, es decir, secundarias y en donde los
adelantamientos siguen siendo la
maniobra más peligrosa y la que más accidentes mortales causa. Su
objetivo: realizar un censo de puntos negros y ubicar radares fijos para
controlar la velocidad de los vehículos y denunciar los excesos, al tiempo que
perseguir el uso el cinturón de seguridad. En total, quince son las medidas a
implantar por parte del Ministerio, aunque nosotros hayamos querido destacar
estas tres por razones de relación directa con ellas. El resto de las medidas
que se implantarán están ligadas a la seguridad en general, aunque ninguna de
ellas tiene que ver con la renovación, desdoblamiento o mejora del ancho y del
firme de la calzada, que son precisamente las que en realidad reducirían la
accidentalidad. Visto lo visto, la renovación de la cúpula directiva de la
Dirección General mantiene las mismas políticas y por tanto los mismos defectos
de siempre, apostando por controlar al conductor y evitando la inversión en la
mejora de las carreteras que dependan de su jurisdicción o responsabilidad. No
obstante, mientras no se demuestre lo contrario, lo que se consigue plagando
las vías de comunicación de radares para controlar la velocidad nos lleva a la
consolidación de un comportamiento del conductor muy peligroso, al exigirle
estar más pendiente de la cámara que de conducir.
Concretamente,
las previsiones de Tráfico con respecto a las medidas para reducir la
siniestralidad en los tramos de adelantamiento más peligrosos, no pasan
precisamente por la mejora de la visibilidad o el asfaltado y sí por reducir
las zonas en las que podemos adelantar. Así, se señalizarán con doble línea
continua y hasta es posible que con balizas, aunque no detallan inversiones que
mejoren la circulación, como podía ser algo tan elemental como la señalización
horizontal que tanto echa de menos el conductor en este tipo de carreteras. Entrar de lleno en carreteras de titularidad
de la comunidad andaluza, como puede ser la que une nuestra ciudad con la
capital, con el único objetivo de limitarla aún más, de controlar los excesos
que se producen y de instalar nuevos radares para cazar a los más intrépidos y
osados usuarios, la verdad es que no es lo que esperábamos. Esta vía de
comunicación demanda un desdoblamiento urgente si no quiere convertirse en una
de las más peligrosas del todo el territorio nacional, porque el número de
vehículos que la usan diariamente supera con creces los máximos aceptables.
En cuanto a la
velocidad, el ministro ha optado por la instalación de paneles informativos a
modo de los que vemos en las autovías o parecidos, en número de doscientos cincuenta
en este tipo de vías; el objetivo: advertir al conductor de que supera la
velocidad permitida. Además, 60 nuevos radares fijos de velocidad y control del
cinturón. Es decir, estamos en las mismas, en donde siempre. Cierto que estos
controles tienen su importancia y que limitan los excesos de los habituales,
pero es que éstos, una vez conozcan el lugar en donde están colocados (que
además Tráfico está obligado a informarnos), pronto dejarán de preocuparse y
mantendrán sus peligrosos excesos a lo largo y ancho de la vía. En cuanto a la
estadística de puntos negros, lo primero que se nos ocurre es si servirá para
algo, porque si lo que se quiere es saber dónde se encuentran simplemente para señalizarlos
convenientemente, es evidente que no servirá de nada si no van acompañados de inversiones
de mejora del tramo en cuestión.