miércoles, 8 de febrero de 2017

PODEMOS Y SU PARTICULAR CRISIS

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Conforme vamos conociendo la particular crisis que vive estos días el grupo de Podemos, especialmente entre errejonistas y pablistas, comprobamos que aumentan las coincidencias con los partidos de toda la vida, esos que los recién llegados llamaban casta menospreciando su implicación en política y responsabilizándolos de todos los males del país. Ahora vemos que también ellos, como le ocurre al PSOE, viven sus peores momentos y que su futuro antes de Vistalegre II, que es como se conoce a la asamblea que tendrá lugar en esa zona de Madrid la próxima semana, no parece del todo claro. Evidente y descaradamente, es el poder lo que persiguen ambos líderes, aunque en el caso de Pablo Iglesias es quizá demasiado visible, inquietante e incongruente con los postulados que nos ha proporcionado desde que apareció en la escena política.

Entre lo que vemos y entre lo que nos cuentan los interesados, que debe ser muchos, en difamar su trayectoria personal y política, entroncándolo a él y su organización con gobiernos tan diferentes como el de Venezuela o el de Irán, de los que se supone que han recibido muchísimo dinero, la realidad es que difícil lo tienen. De hecho, con solo leer la última encuesta del CNI, el Centro Nacional de Inteligencia, comprobamos que este grupo, por primera vez desde que apareció en la política nacional, desciende significativamente con respecto a la última consulta ciudadana. Sube el PSOE, dicen porque sus propios votantes han agradecido el apoyo que hizo en su día facilitando con su abstención la investidura del señor Rajoy, y desciende el apoyo popular del resto, es decir, Partido Popular, Podemos y Ciudadanos.

Está claro que son las cosas propias de la política, o el cansancio de los consultados o el hartazgo que de política tiene en general la ciudadanía, lo que permite este tipo de fluctuaciones que, aunque no son importantes por el número o la cantidad, sí por el cambio de tendencia que los especialistas de los diferentes partidos políticos observan de las encuestas que van conociendo. En el caso concreto de la formación morada, lo que peor se ha interpretado en la calle ha sido el enfrentamiento en público de sus dos líderes y de sus compañeros más allegados, que se han mordido la lengua hasta ahora, pero que, una vez levantada la veda, se han dedicado a tiempo completo a menospreciar la labor y el papel que juegan ambos bandos. La guerra está servida y ahora le toca al militante o simpatizante colocar a cada cual en el lugar que entiende les corresponde, aunque a estas alturas, luego de tan dañina y maledicente palabrería, mucho nos tememos que la desconfianza imperará a lo largo y ancho de la asamblea y que las consecuencias que se derivarán serán, sobre todo, el desencanto de la gran mayoría de personas de esta formación política que observan preocupados el desmantelamiento de su sueño, de un país más compartido y una riqueza distribuida más justamente.

Lo quieran o no, lo de tener acceso a los medios de comunicación de forma tan fácil como rápida acaba proporcionando ciudadanos comprometidos que no acaban de entender que quienes llegaron hablándoles de una democracia desconocida, renovadora e incluso radical, ahora estén jugando a lo mismo de los de siempre, es decir, a ver quién consigue el poder absoluto y así poder hacer y deshacer como le venga en gana. Entre su crisis y la penosa escena que protagonizan algunos de los gobiernos municipales que gestionan en ciudades como Barcelona, Madrid, A Coruña o Cádiz, se entiende que desciendan los apoyos que consiguieron en tiempos heroicos.


Desde luego, a tiempo están de corregir los errores que se han dejado ver en público y con cámaras grabándoles. Lo que sí sabemos es que no tanto dependiendo del resultado de Vistalegre II y sí de lo que resulte tiempo después, esta formación política saldrá reforzada, pero en todo caso herida. A partir de ahí, encontrar al curandero que la devuelva sana y salva al lugar de donde vino, es cosa de ellos. Si es que existe, naturalmente.