Por la
información que nos ha hecho llegar la Dirección General de Tráfico, vemos que nada
menos que doscientos cuarenta menores de doce años fueron detectados en el
interior de vehículos sin usar las obligatorias silletas o sistemas de
retención infantil que deben equipar los vehículos en los que viajen menores.
Es más, por si le faltaba alguna guinda a este pastel, sesenta y cuatro de
ellos ocupaban asientos delanteros y ciento sesenta y seis
iban en los asientos traseros; es decir, que más de sesenta de ellos
viajaban en el asiento de la muerte, que como mejor se define y conoce entre
los usuarios al asiento del acompañante. En este caso concreto se incumplen dos
de los mandatos incluidos en las Normas: que no pueden viajar sin sistema de
retención y más si lo hacen en el asiento delantero. Sin embargo, ya ven. Lo de
observar a un adulto con un niño en el asiento de al lado es de lo más normal,
y le podemos añadir incluso que hasta hablando por teléfono. Lo extraño de este
asunto es que lo podamos comprobar a diario en situación o momento muy
concreto, ya que coincide invariablemente con la entrada y la salida de los
centros escolares, y que aún no se haya decidido montar un dispositivo policial
que controle estos despropósitos, recordando a los responsables que los niños
no tienen capacidad ni conocimiento para defenderse de semejante barbaridad y
que somos los adultos, y más los que tienen autoridad para ello, los obligados
a defenderlos antes de que sufran un accidente y tengamos que lamentar su
muerte.
En el total de
los siete días de control por parte de Tráfico, 341.845 vehículos fueron
comprobados y se detectaron 3.083 infracciones de conductores o pasajeros que
no hacían uso del reglamentario sistema de retención. Además de los doscientos
cuarenta menores que viajaban sin ningún tipo de sujeción, hay que sumar
otros 2.843 adultos que no hacían uso del cinturón de seguridad. Como añadido,
seis de los vehículos eran taxis, autobuses veintitrés y cuatrocientos
cincuenta y ocho vehículos de mercancías. Otro detalle: en carreteras
convencionales, que es donde con más asiduidad se transgreden las leyes, vemos
que se denunciaron quince autobuses y en autovía ocho; trescientos cincuenta y
cinco vehículos de mercancías en las convencionales y ciento tres en las
autovías; mil novecientos setenta y un turismos en carreteras convencionales y seiscientos
veinticinco en autovías. Finalmente, nada menos el 99 % de las personas que no
hacían uso del cinturón de seguridad circulaban
por carreteras convencionales, precisamente en las que se producen ocho de cada
diez fallecidos. Evidentemente, conscientes de que no suelen estar muy
controladas, de que no vamos a ser vigilados por nadie, lo normal es que
viajemos cargados de excesos y éstos, recordemos, se pagan: sin cinturón, con
más alcohol o drogas de las que se permiten, con los menores sueltos, a
velocidad desproporcionada por el ancho y el firme de la vía…
Luego, como
siempre, ya se sabe: que están para recaudar, que no se sitúan en donde de
verdad está el peligro, que su labor no debería ser la de multar. Y así es de
hecho, porque en realidad sabemos que la labor de los agentes de Tráfico es
mucho más amplia de lo que a veces nos interesa comentar, pero no queremos
reconocerlo. La realidad, por mucho que nos pese, es que si no te pones el
cinturón de seguridad o no dotas a tu vehículo de los elementos de seguridad
que los menores necesitan para viajar en él, estás incumpliendo las normas y te
expones no solo a que te denuncien, sino a que, en caso de accidente, las
consecuencias sean mucho mayores.