Que recordemos, hace más de veinticinco años que desde
los sindicatos ferroviarios se nos viene informando sobre la desmantelación del
sistema de transporte de pasajeros y mercancías por raíles, del tren. De hecho,
nuestra ciudad es una buena muestra de ello no permitiéndosenos la conexión directa
con la capital de España y obligándonos a exagerados madrugones y desplazarnos
hasta Linares-Baeza. Entre otras lindezas políticas, hemos sido eliminados del
famoso corredor del Mediterráneo, lo que nos arrincona aún más y elimina
cualquier deseo de prosperar. Los que desde la política ahora, todos y todas,
de todos los partidos y de los que ya no están, se rasgan las vestiduras,
además de mostrar un patetismo de libro, mienten como bellacos, porque la
realidad es que no han hecho nada para evitar el saqueo y desmantelamiento de
las instalaciones que Renfe o Adif tienen en la provincia. Este tipo de
situaciones, como es el caso de la autovía del Sur, la N-IV, tienen su origen
en la incapacidad y la escasa representatividad de nuestros hombres y mujeres
en las instituciones, especialmente los que sestean en el Parlamento andaluz y
los que lo hacen en el Congreso y Senados madrileños. Sin embargo, son en estos
foros donde se cuecen las decisiones de los Gobiernos del Estado y donde se
puede conseguir o al menos intentar cambiar las intenciones de los que tienen
mayoría para implantar sus proyectos, y es en ellos donde se deben argumentar
las razones por las que se está en desacuerdo con esas decisiones y buscar el
apoyo del resto de los representantes de los diferentes partidos. Lo de la
disciplina de partido, o sea, lo de acatar lo que te digan los dirigentes de tu
formación política si quieres seguir disfrutando del puesto que te permite
vivir con holgura y disfrutar de las prebendas que devienen del propio cargo,
debería ser solo asumible por gente menor, por interesados materialistas y
desde luego muy alejados del ideal de representante político que necesita una
sociedad que viene reclamando para su futuro un tratamiento general asumible y
no en el que actualmente nos tienen sumidos, es decir, a la cola del resto del
mundo.
Que nadie se llame a engaño cuando de hallar culpables
se trate. El asunto es mucho más sencillo y argumentarlo mucho más. Verán. Tal
como está montada la dinámica política, lo que importa es incorporarse a un
partido, intentar destacar en el menor tiempo posible, auparse a puestos de
responsabilidad y, cuanto antes mejor, conseguir padrinos que te aproximen a la
salida hacia la carrera en donde de verdad se gana dinero y se obtienen
beneficios tan importantes como que te llamen señoría cuando se dirigen a ti, precisamente
a ti, que en tu pueblo te conocen como Juanillo o Antoñillo. Desde ese momento,
lo de menos será cumplir con las promesas que hiciste en tu ciudad para llegar
hasta donde estás; tu verdadero interés debes dirigirlo hacia el gabinete donde
se consolidan los cargos, donde quitan y ponen a los que molestan y eternizan a
los que siempre responden sí. Y ahí puedes pasarte toda tu vida activa, y
ejemplos no te van a faltar en cualquier partido que elijas. Solo así se
entiende que tu pueblo, tu ciudad, tu provincia cada vez cuente menos para las
Administraciones y por tanto la posibilidad de prosperar y mejorar la vida de
sus habitantes. Así de sencillo y no menos doloroso. Y lo confirma el que hasta
ahora no hayamos conocido ni una sola dimisión en los años de democracia que
llevamos. Sin embargo, lo del ferrocarril, las comunicaciones por carretera, la
ausencia de industrias con capacidad de empleabilidad, por ejemplo, brillan por
su ausencia. Si alguien cree que todo se debe a la justicia divina y que con
rezos y novenas acabaremos arreglándolo, mal asunto. Situación tan grave solo
la arregla quien ha sido designado para tal menester y que, además, cobra un
buen sueldo para paliar sus posibles esfuerzos intelectuales. Lo demás, cantos
de sirena.