Cada día que pasa, observando
con tranquilidad los acontecimientos varios que discurren ante nosotros,
llegamos a la conclusión de que para cuando los partidos políticos arreglen sus
diferencias, sus luchas de poder, sus enfrentamientos más íntimos, la mitad de
la población habrá perdido su capacidad crítica y la otra habrá optado por no
hacerles caso. Es vergonzoso y preocupante que se den las situaciones tan
críticas que al menos desde fuera se perciben de los partidos políticos que
acabarán, pronto o tarde, por dirigir el país. Aunque Podemos y Ciudadanos son
los que de vez en cuando sacan a la luz algunos de sus trapos sucios a que se
aireen, es el Partido Socialista el que se lleva la palma, la chochona y el
jamón de la tómbola que en estos días busca acomodo para su futuro. Lo de menos
es que sean tres los líderes decididos a optar a la secretaría y a la
candidatura del Gobierno de la nación, sino las formas que usan para el
desarrollo de sus respectivos programas. Aunque se supone que los tres lo hacen
esgrimiendo argumentos socialistas, ahora sabemos que no coinciden ni siquiera
en el fondo, que es como el no va más, el acabose, el hasta aquí hemos llegado
y yo me bajo en esta estación. Lo peor de esta situación es el olor a suciedad
que desprende, el uso y casi abuso que se hace de aquellos que en su día fueron
los más representativos del partido y que ahora no es precisamente el mejor
momento que se puede esgrimir conociendo sus respectivas cuentas de resultados.
Mientras, los de siempre, los que han puesto y quitado amores desagradecidos,
los militantes, siguen siendo el gran valor del socialismo español, porque hay
que tener las ideas muy claras y muy marcadas a fuego para mantenerse firmes
incluso cuando la situación del partido y el mal estado del país piden todo lo
contrario. El problema es si los tres, ella y ellos, están capacitados para
entender y sobre todo agradecer tanto desprendimiento y tan sincero apoyo.
Podemos, que también discurre
por terreno pantanoso y que está mostrando una actitud preocupante si la
comparamos con sus principios democráticos, parece que lo del perdón anunciado
a Errejón si perdía en Vistalegre II era claramente postureo del líder, porque
en la práctica más de cincuenta de sus allegados han sufrido el zarpazo del aparato
y se les ha retirado no solo la confianza, sino los cargos representativos que
tenían. Item más: el asunto de los votos sigue sin estar claro, porque si se ha
demostrado que pueden votar el Cid Campeador y Francisco Franco en la última
cita convocada sin que nadie controle semejante zasca (e “Interviú” lo ha
demostrado), afirmar que los votos no responden a la realidad del partido,
tampoco sería tan descabellado. Si a esto le unimos la denuncia realizada por
algunos militantes del partido en Baleares, que se unían a los canarios por las
mismas circunstancias de pucherazo, el asunto toma bríos y fuerza a la caza y
captura de un futuro cada vez más incierto. Y si tenemos en cuenta que a los
partidos de siempre les sigue encantando lo del bipartidismo, pues blanca y en
botella.
Con estos polvos en el aire,
que luego nadie se extrañe de los lodos que se encontrarán el camino. Por
supuesto que se pueden hacer las cosas peor, que las ansias de poder de unos y
de otros pueden cargarse hasta el mismísimo sistema, pero que nadie espere que
el alienamiento o borreguísimo hasta ahora conocido se mantenga de por vida. El
pueblo se sabe soberano y capacitado para darlo a conocer; el problema es que
aún no ha sido capaz de demostrarlo.