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Por
fin a alguien se le ha ocurrido que ya era hora de que se controlara a los
usuarios que, por exceso de alcohol o drogas, han sido cazados en dos o tres
ocasiones, es decir, a los multirreincidentes, esos a los que les importa un
pito que les controlen y les denuncien porque han bebido de más o porque han
consumido algún tipo de estupefaciente, y no digamos nada de la velocidad o
cualquier otro exceso. Ha sido tanta la mano ancha que desde las instituciones
se ha mantenido con estos peligrosos conductores, que ahora no acaban de
creerse que ya no seguirá siendo así, sino que les caerán denuncias mucho más
duras y hasta, atención, la posibilidad de no poder volver a conducir en su
vida, o al menos no con el permiso habilitado porque se lo retirarán para
siempre. Créanse que una bocanada de aire fresco ha llegado hasta el resto de
conductores y que a partir de ahora, una vez se apruebe esta medida, la
carretera puede que sea más soportable y menos estresante. Estos transgresores
natos, prevaricadores profesionales, se han encargado de que salir de viaje suponga
actualmente un esfuerzo añadido al hecho mismo de ponerse al frente del volante
y recorrer los kilómetros previstos, ya que con su descontrolado y peligroso
comportamiento a muchos de nosotros nos han hecho el viaje insoportable.
Si
la Dirección General de Tráfico decide, por fin, incluir entre sus exigencias
la de retirar el permiso de conducir a los usuarios que se hayan visto
encausados por exceso de alcohol o drogas en más de una ocasión, supondría un
paso de gigante en el control que están obligados a realizar a la totalidad de
los conductores. Y lo sería porque estamos convencidos de que la medida, por
impactante y trascendente, sería por sí misma más que suficiente para erradicar
de una vez y para siempre a todos los que por ahora se ríen en la cara de los
agentes que los controlan y denuncian. Entre otras cosas, porque el pago de las
sanciones no es un problema para ellos y, cuando se trata de recuperar los
puntos perdidos, todo sabemos que existe un submercado o mercado negro en el
que recuperarlos es un problema exclusivo de dinero.
Está
claro que no será fácil conseguir de la DGT esta trascendente decisión, que
además demandará el sí de la comisión correspondiente del Congreso de los
Diputados, pero todo es empezar y si de verdad se quiere, se está convencido de
que sería un arma casi infalible para luchar en contra de quienes se toman el
uso de sus vehículos y las carreteras como si fueran exclusivamente suyas, pues
cuanto antes se incorporen a las Normas en vigor, mejor para todos. Hasta ahora,
la medidas adoptadas se parecen entre sí y destacan por estar ligadas a la
velocidad, los excesos en general, incluidos el alcohol y las drogas, pero
ninguna lo suficientemente rompedora como para implantar un sistema que suponga
un antes y un después en el tráfico rodado. Y esta lo sería, sin duda. Sabiendo
que puedes quedarte sin permiso de conducir de por vida por el hecho de
consumir alcohol o drogas o por cualquier exceso de este tipo, los
planteamientos de cualquier conductor, y más si se trata de profesionales,
cambiarían por completo. Es más, el del autobús que sufrió un accidente cuando
trasladaba a los escolares hasta el centro, seguro que hoy está conduciendo
como si tal cosa. De haber estado en vigor esta nueva medida, ¿lo hubiera
hecho?
Toda
decisión oficial que venga a introducir nuevos controles a los usuarios que
tienen por costumbre menospreciar lo establecido, bien venido sea. De hecho, el
resto, es decir, los que desarrollan su labor dentro de un orden y no
representan riesgo para nadie, lo que estarán será contentos y más tranquilos
porque la carretera será mucho más segura. Es más, una vez se ha comprobado que
las multas por sí mismas no consiguen conductores más responsables, lo de idear
nuevas normas, implantar otros tipos de controles, es lo que exige la
carretera, harta que debe estar de asistir diariamente a los miles de
accidentes que se producen.