jueves, 23 de marzo de 2017

PEREGRINOS DEL ALBA

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La peña Peregrinos del Alba ha vuelto a demostrar que cuando se quiere, se puede; que cuando se trabaja desde el más profundo de los convencimientos, el resultado siempre es positivo. En el caso concreto de la decimotercera edición de su anual subida al santuario para los jóvenes, el éxito les ha vuelto a sonreír y podemos afirmar, sin atisbo de duda, que lo han conseguido. Antes, con meses de anticipación, los componentes de este grupo de amigos han trabajado duro para conseguir que la intendencia, la ruta como tal, el equipamiento distintivo de los andarines y el resto de complementos que demanda una ascensión de este tipo, con la infinidad de contratiempos que suelen aparecer ya en el camino, se hayan solventado sobre la marcha. Agradecidos que son, para ellos el comportamiento de quienes les ayudan a encontrar los bocadillos, el agua y el habitual y ansiado desayuno en San Ginés, que tanto ayuda a los no iniciados a recuperar fuerzas, lo anteponen a cualquiera de sus esfuerzos. Desde el Obispado al Ayuntamiento, pasando por gentes generosas y desconocidas, y firmas comerciales que aportan su esfuerzo para equipar a tanto peregrino, la peña, sus integrantes, no dejan de agradecerles su inmenso cariño hacia sus propuestas desde que en el seno de la asociación tuvieron la idea de organizar anualmente una subida al santuario para jóvenes.

La consecuencia más inmediata, sin duda que lo que ocurrió en la basílica-santuario el domingo por la mañana, con miles de peregrinos ocupando todo el espacio disponible, miles de necesidades de todo tipo paliadas por los establecimientos y las gentes de la zona, y que el aspecto que ofrecía el bendito paisaje estuviera más en consonancia con la propia romería que con un domingo de marzo. Si tenemos en cuenta que, a la par y sin cita previa con los romeros, ante la patrona se presentaron también los representantes de peñas y hermandades de otras ciudades que celebraban su encuentro anual con la Morenita, se entiende que tal número de personas aportaran no solo la pasión y el amor por la Virgen de la Cabeza propio de quienes lo han demostrado caminando hasta sus plantas de la patrona, sino una estampa repetimos más propia del último fin de semana de abril.


La peña Peregrinos del Alba confirma con su convocatoria y la organización de un evento de características tan particulares, que el trabajo que queda por hacer es mucho y que el resto de peñas no acaba de entregarse a algo más que no sea ascender al santuario en carreta una vez el año. Afortunadamente, Peregrinos del Alba no están solos, porque son cientos las personas que, ligadas a otros romeros con mucha historia a sus espaldas, mantienen viva la llama de la pasión y la devoción por la Virgen de la Cabeza. No obstante, se debe ir más lejos, iniciar y consolidar nuevos proyectos y compartirlos con las gentes de buena fe que se apasionen por nuestras creencias y nuestra historia. El hecho de que, como mínimo, cinco mil jóvenes hayan recorrido por el camino viejo la distancia que nos separa de la basílica-santuario y que al llamamiento respondan más jóvenes peregrinos que en ediciones anteriores, debe entenderse como un excepcional trabajo de evangelización, de una tarea dura desarrollada con la exclusiva ayuda del esfuerzo de quienes se implican en la organización de un encuentro que, por su número, por la falta de información de muchos de los que acuden a la llamada y a veces hasta por el inadecuado equipamiento personal de algunos de ellos, no deja de ser una gran aventura. El que haya salido bien un año más, el que la logística de la travesía haya cumplido con rigor lo previsto y el hecho de que estos días entre los jóvenes de la provincia no se hable de otra cosa, nos debe servir para agradecer a la peña Peregrinos del Alba y a quienes les hayan ayudado,  no solo su esfuerzo, sino su gran amor por la patrona. Y todo porque ante actos de tanta magnitud, tan trascedentes, si no existe pasión y amor, sencillamente no son posibles realizarlos.