Repasando nuestra historia más
reciente, comprobamos que no somos mucho de apoyar; que sí que estamos al lado
de la necesidad, pero que no acabamos de entender como merece lo de todos a
una. Si acaso, y como hito en el camino, la consecución del hospital, hoy una
realidad y hace unos años una necesidad más que justificada. De hecho, tuvo que
fallecer en la carretera una vecina nuestra para que saltara la chispa de la
solidaridad y conseguir lo que tanto nos urgía. Desde esa fecha hasta ahora,
que nadie crea que no se ha necesitado de todas y de todos en causas
justificadísimas y, sin embargo, la respuesta no ha sido la adecuada. Es el
caso de los afectados por las inundaciones del río Guadalquivir, que son
personas hijas y vecinas nuestras que vienen demandando el apoyo social desde
hace años y que solo en escasas ocasiones han sido capaces de colocar detrás de
su pancarta reivindicativa a unos cuantos cientos de personas. Solo por esto se
entiende el casi desprecio con el que trata su problema la clase política con
responsabilidad en el asunto. El actual equipo de gobierno de nuestro
Ayuntamiento, que desde el primer día de su gestión asumió que Andújar tenía un
problema con el río y que era urgente su solución, ha sido el único que hasta
ahora ha dado la cara ante el resto de
las Administraciones, o sea, Diputación y muy especialmente la Junta de
Andalucía, porque el Gobierno central ya sabemos que hace y hará todo lo
posible por parar las reclamaciones, que no otra determinación ha tomado. La
actitud de la Junta es lo que más nos llama la atención de todo este caso, ya
que, quiera o no quiera, es su problema y no lo asume porque o no sabe o no
quiere o porque le viene grande.
Unos hijos de Andalucía están
viviendo unos años malísimos que no deseamos ni a nuestros peores enemigos y
hasta ahora comprobado está que no han ido más allá de firmar alguna que otra
declaración verbal, nunca por escrito, y algún que otro postureo para las
cámaras televisivas sin mayor trascendencia. La vergüenza y el desprecio con el
que son tratadas estas personas por parte de nuestros parlamentarios en Sevilla
es denunciable de todas, todas, y en eso están precisamente en estos momentos,
en hacer sonar las alarmas que genera el agotamiento, el no va más, el ya no
soportamos más presión y hasta aquí hemos llegado. A partir de ahora, lo de
hacerse visibles será una consigna con la que enfrentarse a una situación
injusta por demás y asumiendo de antemano las consecuencias que se deriven de
todos sus actos. Treinta años de sufrimiento y a duermevela cuando cae el agua
de lluvia son demasiados para que los soporten los humanos y no reciban ayuda
de ningún tipo. Es más, coincidiendo con otros gobiernos municipales, más
rechazo que otra cosa. Pero ahí los tenemos, decididos a recuperar lo que en
justicia les corresponde y que el agua
se llevó de sus propiedades.
Entre la Junta de Andalucía,
Endesa y el Gobierno de la nación y su brazo armado para este tipo de
situaciones, que no es otro que la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir,
está la solución. Aunque la semana pasada se confirmó oficialmente que la presa
de Marmolejo, en manos de la eléctrica, es la causante de las inundaciones (que
para eso se desplazaron integrantes del gobierno municipal, con el alcalde al
frente y la subdelegada del Gobierno en Jaén, a Madrid). Con todo a favor de la
solución de las inundaciones, aún no llegamos a entender cuán de fuerte debe
ser el peso de la empresa privada sobre las Administraciones para que se
muestren incapaces de exigirle que repare lo que ha roto. En principio, es
evidente que se trata de una consecuencia negativa más de las puertas
giratorias. Pero hay que ir más lejos, y no otra cosa quieren los afectados.
Miren, cuando se acumulan tantos años reclamando lo que se sabe que es de uno,
lo que pueda devenir de tanta presión… bueno desde luego que no será. Así, al
toro por los cuernos y sea lo que Dios quiera.