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Aunque no se trata de una
técnica a estrenar y sí de un intencionado interés porque sean otros los que
les hagan el trabajo o parte de él, la realidad es que entre determinada clase
política empieza a imponerse la idea de invitar a la ciudadanía a salir a la
calle a protestar por cualquier cosa. De hecho, lo de menos es el objetivo, la
razón, porque lo que de verdad les interesa a estos partidos es meter jaleo,
inquietar porque sí, aprovecharse de la necesidad de muchos de nosotros con
fines políticos. Así, cada vez que tenemos la oportunidad de asistir a la
invitación de algún partido, escuchar la invitación a manifestar nuestra
opinión en la calle es lo que se lleva. Eso sí, las arengas son incendiarias y
animan hasta al más tranquilo de los asistentes, por lo que no es de extrañar
que al menos por ahora el éxito les acompañe allá donde quieran citarse con los
vecinos más quejosos. En realidad, ellos o ellas no acuden; como mucho, algún
compañero de partido de menos importancia mediática es quien se responsabiliza
del desarrollo de la manifestación y de su posterior éxito, porque su papel se
limita exclusivamente a inquietar, a motivar, a animar a salir a la calle.
Luego, ya se sabe, las consecuencias que puedan derivarse de la puesta en
escena en la que hemos participado, que recordemos pueden ser realmente duras
si tenemos en cuenta que en vigor sigue la Ley Mordaza y sus multas son
prohibitivas, las pagan siempre los mismos, y les podemos asegurar que ninguno
de quienes las convocaron. Por eso nos referíamos a esta peculiar manera de
conseguir que irrumpamos en la vía pública con una pancarta en la mano a
reclamar lo que sin duda nos pertenece, porque quienes de verdad se benefician
del impacto mediático que se consigue son ellos, es decir, los que hacen las
declaraciones y aparecen en televisiones y periódicos.
A ustedes y nosotros nos
seguirán abandonando como fardos en dársena. Es más, ¿alguien puede decirnos
cuál es el trabajo que ha realizado alguno de los que aquí consiguieron su
escaño gracias a nuestro voto? ¿Se han preocupado de nuestros problemas de
viabilidad como sociedad productiva que demanda legítimamente los equipamientos
propios con los que otras provincias superan anualmente sus rentas por
habitante, al tiempo que les dignifican como personas y se desenvuelven con más
comodidad que nosotros? Ya sabemos, por ejemplo, que para 2023 el AVE llegará a
Almería, que para eso se lo ha dicho en la cara a sus autoridades el ministro
de Fomento. Antes, Granada, a la que le faltan solo unos kilómetros y la
ubicación definitiva de la estación. ¿Alguien ha oído algo de Jaén? Sí que es
verdad que nos han visitado varios ministros y que, invariablemente, recorren
los doscientos metros de vía para el AVE que se construyeron próximos a
Linares-Baeza, pero no avanzan. Ahí se quedaron para usarlos en ocasiones
especiales en las que la propaganda política es necesaria para aumentar la
popularidad del ministro de turno o del cuestionado Gobierno. Otro tanto de lo mismo lo vemos en
las inversiones previstas por el Estado para Cataluña, confirmándose que el que
no llora, no mama. Ya puestos, a lo mejor lo nuestro, nuestro futuro, pasa por
una declaración unilateral de independencia; primero, de Andalucía, y, posteriormente,
de España. Quién sabe, a lo mejor acertamos en el análisis y sea entonces
cuando de una vez se nos escuche. Desde luego, mantenernos con los brazos
cruzados y esperar a que vengan a solventarnos los grandes y graves problemas
de nuestra provincia, no es la solución. Tampoco lo es hacerle el trabajo a
quienes a estas alturas deberían haber dimitido por su incapacidad y nulo
rendimiento desde que fueron nombrados.