miércoles, 31 de mayo de 2017

EL EJEMPLO DEL ROCÍO

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A nosotros, que nos gusta copiar lo que vemos en otras tierras y costumbres, el ejemplo del Ayuntamiento de Almonte, con respecto a preservar la tradición musical que se comparte en el Rocío, debería de servirnos como referencia para tomar decisiones sin que nos tiemble el pulso. De hecho, un contundente ejemplo lo tuvimos en el regreso de las carretas a la ciudad luego de vivir la romería de este año, cuando una de ellas hizo su entrada triunfal atronando los oídos de los que esperábamos su llegada. La música que escuchábamos no tenía relación alguna con lo que vivíamos y sí con los últimos éxitos que pueden ustedes escuchar en cualquier radio. La organización se hizo eco de las críticas y anunció que trataría el tema aplicando estrictamente el reglamento en vigor que rige y controla el devenir de las carretas. No sabemos nada sobre la evolución de este asunto en el seno de la federación, pero sí que esperamos que se haya impuesto el sentido común y no volvamos a compartir lo que entendemos como una falta de respeto a la esencia de la fiesta mariana de todos los años. En el poblado del santuario, muy cerca de la patrona, tampoco faltan los que usan de los nuevos ritmos y los últimos éxitos en las listas de moda, y que aportan al lugar y al momento unos sonidos desde luego muy alejados de los tradicionales y para los que cantantes y grupos locales editan especialmente sus novedades y todas con un único objetivo, es decir, con la Virgen de la Cabeza como centro  de sus letras y su música.

La organización de la romería del Rocío, en este caso la cofradía y el Ayuntamiento,  ha tomado una decisión valiente que estamos convencidos servirá como referencia a otras romerías y ciudades en donde la devoción mariana sea la justificación de la cita. Seguros estamos de que el próximo año se introducirán en la mayoría de ellas este tipo de exigencias, dejando claro a los asistentes que, cuando se acude a un encuentro anual con la patrona o el patrón, cuidar las tradiciones impone sus condiciones y la organización está obligada a hacerlas cumplir. En el caso del Rocío, teniendo en cuenta la trayectoria que ha venido mostrando al mundo a lo largo de los años, que no ha sido precisamente de amor y devoción a la imagen y su historia, el que se haya impuesto el sentido común y la responsabilidad de su Ayuntamiento como organizador responsable del evento, es el inicio de la acotación profana que no debió perderse en ningún momento. Por lo que hemos conocido estos días previos a la romería almonteña, lo de controlar la música para que sea exclusivamente la que mejor expresa nuestro folclore, es el primer paso de las importantes decisiones que están por tomar y que, en principio, es posible que no sean aceptadas tan de buena gana como esta última.


La necesidad de imponer orden donde tanto gentío toma decisiones sin control, sea la romería o el encuentro de que se trate, demanda implantar normas desde las que al menos intentar fijar límites que permitan la convivencia, que mantengan el espíritu de la costumbre y la tradición y eviten modas que nada tienen que ver con las razones que nos trasladan hasta el lugar sagrado en el que nos encontremos y que está claro que la imagen que ofrecen al exterior no es la más adecuada. A tiempo estamos, desde luego; otra cosa es que se quieran tomar decisiones.