Las obras que estos días se
realizan en el primer tramo de la calle Alhamar no acaban de ser aceptadas por
parte de algunos vecinos, entendiendo que efectivamente lo sean y que no se
trate de las conocidas brigadas formadas por vecinos de otras calles y zonas de
la ciudad que solo tienen como objetivo desprestigiar al equipo de gobierno y
de alterar a los residentes, que actúan comandadas por partidos políticos
decididos a poner piedras en el camino a los actuales dirigentes municipales
ante la evidencia de la entrega y la mejora que la ciudad está registrando
desde hace unos años. En el caso de la calle Alhamar, lo evidente es que su
acerado, ambas orillas, no admiten ni siquiera a una persona con anchura
suficiente, por lo que su desenvolvimiento es muy peligroso, y más si se trata
de un discapacitado físico que necesita una silla de ruedas para recorrerlas.
Pues bien, la Concejalía de Obras y Servicios del Ayuntamiento ha conseguido
dinero de la Diputación exclusivamente para aumentar la anchura del acerado de
la derecha en dirección al parque empresarial, de forma que, con el metro y
medio con el que será dotado una vez terminada la intervención, permitirá el ir
y venir de vehículos en las dos direcciones, también el actual aparcamiento y,
sobre todo, que los peatones cuenten con un lugar a lo largo de toda la calle
que les proporcione seguridad. Actualmente, entre las farolas instaladas en los
dos acerados, la escasez de espacio que ofrecen al viandante, es sencillamente
imposible usarla sin descender a la calzada, con el peligro que supone invadir
una zona destinada exclusivamente al tráfico rodado y la velocidad que algunos
alcanzan.
La justificación de la
intervención municipal creemos que queda exenta de dudas, aunque es lógico que si
existe falta de información genere inquietud entre los usuarios de la vía y los
residentes. Los técnicos han realizado el trabajo previo que asegura el tráfico
fluido de dos vehículos por esta vía, se ampliará el acerado el máximo posible
y se han atado todos los cabos que pudieran resultar perjudiciales para el ir y
venir de personas y automóviles. Sin
embargo, si nos detenemos a leer las opiniones de quienes han querido
expresarlas en las redes sociales, entendemos que se desproporciona la
actuación y se aprovecha la oportunidad para echar por tierra la totalidad del
trabajo del equipo de gobierno. Ya ocurrió con Lope de Vega y los más negados a
la evidencia suponemos que ahora guardan silencio ante la realidad de una calle
que ha dejado de ser servidumbre obligada para la totalidad del tráfico que se movía
en Andújar por esa zona. No obstante, como mantienen un control permanente
sobre ella y su dinámica, aprovechan la colocación de unos maceteros en algunas
de sus esquinas, tres en concreto, para criticar con saña la decisión
municipal. Evidentemente, no aportan razones objetivas. Se trata de criticar
sin más y, si de paso consiguen que algún vecino o vecina esté dispuesta a
unirse a su lucha, mejor para sus intereses. En realidad, la calle Alhamar
ganará espacio para quienes lo venían demandando y que se jugaban la vida cada
vez que usaban especialmente el acerado de la derecha hacia la avenida de
Lisboa. Los peatones han sido atendidos en sus legítimas demandas y,
ajustándonos rigurosamente al proyecto que se realizará en unos días, una vez
abierta al tráfico rodado y de personas, todos saldrán ganando. También los
vecinos, que cuando salían de sus viviendas lo hacían casi pisando el asfalto.
Se trata de ser objetivos, de saber esperar y de estar prestos a la
finalización de la intervención. Si luego no se está de acuerdo porque no se ha
cumplido lo anunciado por el Ayuntamiento, momento será de reclamar lo que se
crea conveniente.