jueves, 18 de mayo de 2017

OTRO FOCO DE SUCIEDAD: EL MERCADILLO

Imprimir

La importancia de estar en lo que hay que estar, de controlar nuestras propias responsabilidades, es de elemental cumplimiento. De hecho, en la empresa privada te espera la calle justo en el momento en el que descuidas tus obligaciones. En el caso de las Administraciones, ya ven ustedes, no acaban de entenderlo o quizá que no hayan asumido en su justa dimensión cuáles son realmente sus parcelas a controlar. No otra cosa entendemos que ocurre con el mercadillo de los martes en nuestra ciudad, que debe ser que no se tiene por costumbre lo de comprobar en qué condiciones generales se cierra el campamento. Y así nos va, invirtiendo casi tanto dinero como el que se les cobra a estos profesionales por establecerse en el parque empresarial en recoger la suciedad que dejan repartida por la totalidad del recinto, y si la jornada ha sido ventosa, no les decimos nada, porque entonces los restos llegan hasta el río. Nosotros desde este espacio que abre el  informativo de las trece horas solemos ocuparnos de una situación del todo controlable aunque escasamente vigilada por parte de los responsables del área. De otra forma no se entiende lo que ocurre desde el instante en el que los profesionales de la venta ambulante dan por terminada su jornada laboral.

Naturalmente, pueden respondernos como quieran, pero en ningún caso justificarlo porque no sería posible. Como sabemos, la costumbre acaba imponiendo sus normas y si éstas no son las adecuadas, ¿cómo conseguir recuperar las exigidas? No otra cosa ocurrirá desde el momento en el que se inicie el proceso de recuperación del sentido común y se imponga oficialmente la ineludible obligación de dejar el espacio cedido por el Ayuntamiento para la explotación del negocio. Lo que ocurre en el santuario, como les  decíamos ayer, no es comparable con lo que vemos en el parque empresarial, pero estaríamos por asegurar que está muy cerca de conseguirlo. Si el recinto recibe la visita a primeras horas de la mañana de los agentes encargados de cobrar los metros cuadrados cedidos a estos profesionales que acuden los martes a instalarse y vender sus mercancías, ¿por qué no hacen lo mismo cuando se van? Para los que no acepten condiciones, para los que no estén por la labor de cuidar su entorno mientras muestra y vende sus productos, advertirle de que no será posible su continuidad en el mercadillo. No se trata de una medida drástica ni intimidatoria y sí de una decisión ligada a una situación que debe evitarse cuanto antes. Tampoco se trata de quitar el trabajo a nadie, pero ¿se han parado en el Ayuntamiento a hacer las cuentas de lo que nos cuesta dejar la zona como si no hubiera pasado nada, aunque no siempre lo consiguen? No conocemos los ingresos, pero los gastos deben estar muy cerca. Se decidió eliminarlos en romería porque era más costoso cobrar las tasas que lo que se recibía por parte de los visitantes. ¿Podría servir de ejemplo, de base, para tomar decisiones?


Por supuesto, porque es posible controlar la actuación de cada uno de estos profesionales, de comprobar si se responde a las obligaciones que desde el Ayuntamiento se les exigen, lo de poner condiciones es mucho más sencillo que los días de romería. Eso sí, sepan que urge, que se está dañando el medio ambiente, la imagen de la ciudad y que se puede evitar casi sin esfuerzo. Ustedes verán.