Si te invitan a un partido de fútbol trascedente para
tu equipo, o a un encuentro en la piscina en días de calor como los que estamos
padeciendo, con nada menos que 43 grados al sol en la calle, o tienes las ideas
muy claras o es evidente que ni te pasa por la cabeza salir de casa. El hecho
de que más de 6.000 personas se dieran cita la semana pasada en las calles de
la capital bajo las pancartas que exigían más atención para las necesidades de
Jaén a las Administraciones responsables, no solo avisa de que los ciudadanos
están hartos de promesas y necesitan realidades que les animen a mantener la fe
en el futuro, sino que entendemos que se han puesto las primeras piedras de una
actitud ampliamente compartida que, de no ser atendida como merece y la
urgencia que marcaban los manifestantes, es muy probable que cambie la actitud
de los convocantes y no tarden en radicalizar sus peticiones de mejoras
generales, inversiones para la industrialización de sus polígonos y mejores
comunicaciones por carretera y por ferrocarril. Hace unos días les hablábamos a
ustedes, en este mismo espacio de
mediodía, de la importancia que tiene la unión, porque como sabemos es la
fórmula idónea que nos permite conseguir la fuerza. Por lo que vemos y tal como
están los movimientos vecinales, las plataformas que reclaman trabajo y quienes
luchan por sus derechos, o nuestros representantes se calzan las pilas y se
ponen a trabajar o lo que por ahora se mantiene cada vez con más precariedad,
como es la paz social, acabará por cambiar para pasar directamente a tomar
partido usando otros tipos de fórmulas desde las que reclamar lo que entienden
que es suyo. De hecho, reclamar lo que se sabe de nuestra
propiedad, legitima a quien lo proclama, le habilita como autorizado ciudadano
en su reclamación e inquieta al resto de la sociedad.
Repetimos que la paz social hace tiempo que viene
mostrando una serie de fisuras que la debilitan y deja pasar a la voz de los
más necesitados, esos que suelen denominarse desde la otra acera como
radicales, pero que en realidad se trata de ciudadanos hartos de ser manipulados, de recibir solo promesas nunca
realizadas y que no aguantan más ser los únicos que siguen padeciendo una
crisis que los ha dejado sin empleo y de la que no han sido responsables. Eso
de que unos ciudadanos que disfrutan de cargos políticos en las
Administraciones no cumplan los mensajes cargados de esperanza que les lanzaban
desde los atriles en los mítines electorales y no pase nada, debe dejar paso a
un mayor nivel de información sobre la realidad del estado de la comunidad y,
más aún, cumplir sin condiciones lo que nos vendieron como realizable.
Aceptar
sin más que hagan y deshagan sin dar o exigir explicaciones, que cambien las
características que definen la ciudad sin nuestra autorización, que usen los
edificios de todos o engañen a sus vecinos con descaro y osadía, además de no
ser aceptable de ninguna de las maneras es que están acabando con nuestra
historia por simple egoísmo cuando no de una incultura viciada por la
prepotencia y su irrefrenable antiprogresismo. Andújar, que ha conocido la
manipulación de plataformas que solo tenían como objetivo mantener en el poder
a sus adorados líderes, que decían luchar por la industrialización de la
ciudad, por un mejor equipamiento del hospital o que se cerraban en banda para
que no se cambiaran las direcciones de algunas de nuestras calles o avenidas, y
ya ven ustedes cuáles eran en realidad sus intenciones, está obligada a
plantearse muy seriamente cuáles son sus necesidades reales y compartirlas con
quienes estén dispuestos a ponerse a su lado. De no ser así, actuar en
consecuencia es lo menos que podemos hacer.