martes, 20 de junio de 2017

LOS DERECHOS SE GANAN EN LA CALLE

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 Si te invitan a un partido de fútbol trascedente para tu equipo, o a un encuentro en la piscina en días de calor como los que estamos padeciendo, con nada menos que 43 grados al sol en la calle, o tienes las ideas muy claras o es evidente que ni te pasa por la cabeza salir de casa. El hecho de que más de 6.000 personas se dieran cita la semana pasada en las calles de la capital bajo las pancartas que exigían más atención para las necesidades de Jaén a las Administraciones responsables, no solo avisa de que los ciudadanos están hartos de promesas y necesitan realidades que les animen a mantener la fe en el futuro, sino que entendemos que se han puesto las primeras piedras de una actitud ampliamente compartida que, de no ser atendida como merece y la urgencia que marcaban los manifestantes, es muy probable que cambie la actitud de los convocantes y no tarden en radicalizar sus peticiones de mejoras generales, inversiones para la industrialización de sus polígonos y mejores comunicaciones por carretera y por ferrocarril. Hace unos días les hablábamos a ustedes, en este mismo  espacio de mediodía, de la importancia que tiene la unión, porque como sabemos es la fórmula idónea que nos permite conseguir la fuerza. Por lo que vemos y tal como están los movimientos vecinales, las plataformas que reclaman trabajo y quienes luchan por sus derechos, o nuestros representantes se calzan las pilas y se ponen a trabajar o lo que por ahora se mantiene cada vez con más precariedad, como es la paz social, acabará por cambiar para pasar directamente a tomar partido usando otros tipos de fórmulas desde las que reclamar lo que entienden que es suyo.  De hecho, reclamar lo que se sabe de nuestra propiedad, legitima a quien lo proclama, le habilita como autorizado ciudadano en su reclamación e inquieta al resto de la sociedad.

Repetimos que la paz social hace tiempo que viene mostrando una serie de fisuras que la debilitan y deja pasar a la voz de los más necesitados, esos que suelen denominarse desde la otra acera como radicales, pero que en realidad se trata de ciudadanos hartos de ser  manipulados, de recibir solo promesas nunca realizadas y que no aguantan más ser los únicos que siguen padeciendo una crisis que los ha dejado sin empleo y de la que no han sido responsables. Eso de que unos ciudadanos que disfrutan de cargos políticos en las Administraciones no cumplan los mensajes cargados de esperanza que les lanzaban desde los atriles en los mítines electorales y no pase nada, debe dejar paso a un mayor nivel de información sobre la realidad del estado de la comunidad y, más aún, cumplir sin condiciones lo que nos vendieron como realizable.

Aceptar sin más que hagan y deshagan sin dar o exigir explicaciones, que cambien las características que definen la ciudad sin nuestra autorización, que usen los edificios de todos o engañen a sus vecinos con descaro y osadía, además de no ser aceptable de ninguna de las maneras es que están acabando con nuestra historia por simple egoísmo cuando no de una incultura viciada por la prepotencia y su irrefrenable antiprogresismo. Andújar, que ha conocido la manipulación de plataformas que solo tenían como objetivo mantener en el poder a sus adorados líderes, que decían luchar por la industrialización de la ciudad, por un mejor equipamiento del hospital o que se cerraban en banda para que no se cambiaran las direcciones de algunas de nuestras calles o avenidas, y ya ven ustedes cuáles eran en realidad sus intenciones, está obligada a plantearse muy seriamente cuáles son sus necesidades reales y compartirlas con quienes estén dispuestos a ponerse a su lado. De no ser así, actuar en consecuencia es lo menos que podemos hacer.