martes, 13 de junio de 2017

ÓRDAGO CATALÁN

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Decía hace unos días el presidente del Gobierno, señor Rajoy, refiriéndose al órdago que ha lanzado el gobierno catalán, que no es que no quiera acceder a los deseos de referéndum que exigen, sino que no puede. La Constitución y las leyes en vigor no contemplan ni de lejos que en nuestro país se pueda convocar, con fines separatistas, cita electoral alguna que acabe con la nación tal y como la conocemos. De hecho, de ser así, de conseguir los catalanes independentistas, porque recordemos que por el momento ganan los que quieren seguir como están, convocar a sus ciudadanos a las urnas, se abriría la veda o las puertas para que el resto de España hiciera lo propio. Vascos, gallegos, valencianos, andaluces, extremeños, etc., quizás optáramos por vivir de nuestras fronteras para adentro, en una clara demostración de egoísmo y no menos de fascismo encubierto. Ya lo dijo Charles Degaulle: Patriotismo es cuando el amor por tu propio pueblo es lo primero; nacionalismo, cuando el odio por los demás es lo primero.” Es más, ya puestos, ¿quién nos dice que cualquier vecino de nuestro bloque no pide la independencia del resto y las escaleras se convierten en una república independiente de la noche a la mañana? Por el momento, el Gobierno mantiene en alerta sus obligaciones y solo espera que en Cataluña se pase de las palabras a los documentos y se firme uno en el que se refleje la convocatoria oficialmente para poner en marcha de la Justicia y frenar cualquier intento de secesión. Naturalmente, el presidente catalán y sus incondicionales, gastándose el dinero de todos, es decir, también el de los que no quieren la independencia, invierte en organizar mítines y convocar manifestaciones en las que no suelen faltar primeros espadas. El domingo, por ejemplo, Pep Guardiola, que ahora vive en Inglaterra y que no duda en usar la demagogia para intentar convencer al mundo de que los catalanes están siendo masacrados por un gobierno autoritario que no les permite celebrar un referéndum.


Mientras, hasta Podemos, que apoyaba esta cita, ha mostrado sus dudas y ha advertido de que convocar fuera de las leyes en vigor es perder el partido. El resto de organizaciones  políticas, si siguen ustedes la actualidad informativa, habrán comprobado que lo rechazan contundentemente e insisten en el diálogo, que entienden es la única vía desde la que poder acceder a sus pretensiones. Acorralados como están los dirigentes catalanes por las mil y una fechorías que han cometido con el dinero de todos, las prisas solo se justifican porque intentan evitar ser juzgados por los tribunales españoles. Como han dicho en infinidad de ocasiones incluso ciudadanos catalanes con peso político, no es España quien les roba, sino sus propios representantes.

El escándalo del 3 % ha provocado, no solo un agujero económico de extraordinaria importancia, sino un escándalo público que ha acabado hasta con la figura del intocable Pujol. Y como sabemos que él y su familia se representan a sí mismos, es de esperar que no tardemos en ver desfilar por la Fiscalía y los Juzgados a otras personas insignes de la Cataluña contemporánea. Un ejemplo de enorme contundencia es el hecho de que la antigua Convergencia y Unión, el partido de Pujol y Mas,  tenga todas sus sedes embargadas. Mientras, y solo porque la Justicia está actualmente confeccionando el sumario, el honorable Mas aparece en todos los mítines y allí donde se cree habilitado para explicar el asunto de la independencia. Mientras tanto, y esto es un hecho contrastado, Cataluña y sus moradores pierden diariamente mercados para sus productos, inversores que les auparían a producir más y mejor, y lo que es peor, a irse dejando el mercado nacional por el camino. Solo hay que echar mano de la actualidad económica de esta hermosa tierra para comprobar que las cosas no les van bien. Al contrario, no le puede ir peor.