viernes, 22 de septiembre de 2017

LA OTRA ROTONDA

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Bueno, pues le ha llegado el momento a la futura y necesaria rotonda que nos daría la bienvenida y nos despediría en nuestro acceso a la autovía por el kilómetro 323 o cuando procedemos de ella o de las carreteras de Arjona y Lahiguera. Su necesidad está más que justificada, puesto que el cruce de vehículos que se produce permanentemente a lo largo de todo el día la hace imprescindible por el alto nivel de peligrosidad con el que nos encontramos saliendo o entrando. Por el momento, el descontrol es total y, si le añadimos la falta de solidaridad que mostramos los conductores al frente del volante de nuestro vehículo, que nadie espere clemencia por su error. Por ejemplo, la mayoría de los usuarios que entran a la ciudad desde la autovía no tienen en cuenta este detalle, es decir, que acceden a una ciudad, y aunque se le marca claramente en la señalización vertical que encuentra a su paso la velocidad máxima que debe permitirle a su automóvil, es evidente que hace oídos sordos de ello y que en muchos casos mantiene la misma que llevaba en la autovía, lo que supone de hecho un exceso difícil de controlar si tenemos en cuenta que por su izquierda, y con preferencia de paso claramente señalizada, le llegan los vehículos procedentes de la otra zona de la autovía. Añádanles a esta situación que, por tratarse de cuatro carriles expulsando y aceptando vehículos de todo tipo y conductores con planteamientos muy diferenciados en el tema de la preferencia, el nivel de peligrosidad se mantiene a lo largo de la jornada, aunque destaquen las horas que corresponden a la mañana.

Por otra parte, el hecho de que la señalización vertical no sea precisamente la adecuada, se circule por donde se circule, que su asfaltado deja de serlo si lo comparamos con los agujeros y socavones que ocupan los metros cuadrados que denunciamos, entenderán ustedes que el colectivo de automovilistas estén hasta la coronilla. A todo esto, si le añadimos el hecho de que las rotondas existentes en las zonas que conocemos como de Los Marcos y Koipe, los accesos y el puente no cuentan con iluminación, asegurar que el peligro es mucho mayor no creemos que nos puedan calificar de exagerados. Por cierto, la altura que tiene la jardinería que crece incontroladamente en la zona que delimita la entrada/salida de vehículos que se incorporan a la autovía en dirección Córdoba, Sevilla o Arjona, por ejemplo, no permite la visibilidad de los vehículos que se aproximan, que es lo que le faltaba. Por tanto, estamos ante una situación que debería ser controlada desde nuestra ciudad, que para eso se produce en su término municipal, y debería requerir urgentemente del Estado el cumplimiento de sus obligaciones en apartados tan importantes como los accesos, la señalización y la iluminación, que tiempo ha tenido para ello, porque recordemos que entró en deterioro a partir de 1992, que fue justo cuando se inauguró.

Dicho esto, añadir que la calificación de situación insostenible nos parece la mínima si la comparamos, repetimos, con la realidad a la que asistimos a diario. Sabemos que el gobierno municipal se interesó en su día por este tema y creemos la tiene en cartera, pero es que no se puede perder más tiempo en poner orden en una zona que se entretiene en distribuir miles de vehículos al día y que la mayoría de los cruces que se producen entre ellos son críticos. En cuanto al reasfaltado del puente y su entorno y la iluminación, ustedes mismos. Ya está bien de vernos obligados a invertir en amortiguadores permanentemente, porque entre lo que nos encontramos en algunas de nuestras calles, con infinidad de pasos elevados y bandas de reducción de velocidad, y los socavones, ¡estamos apañados!