No sabemos si se trata de una
respuesta oficial a las miles de críticas que recibe a diario la A-311 o simple
coincidencia, pero reconocemos que suena a coña. Eso de que desde el pasado
lunes, desde la Subdelegación de la Junta de Andalucía, se nos informara de la
campaña prevista por la Guardia Civil de Tráfico, de controlar las carreteras
secundarias, porque, decían con evidente escaso convencimiento y automatismo
funcionarial, resultaban ser las más peligrosas y donde más muertes se
contabilizan al año, repetimos que cuando menos suena a cachondeo. Y es que
cuando los usuarios, sin excepción, critican el tipo de vehículos que usan esta
vía, cuando son miles los que la recorren a diario, cuando su estado es pésimo
y altamente peligroso, cuando los accidentes mortales hace tiempo que dejaron
de ser una excepción para convertirse en cotidianos, cuando la inexistencia de
arcenes, de un firme seguro y bien compactado la hacen tan complicada y
arriesgada, que se presente una campaña que tiene como única finalidad
denunciar a los usuarios que se excedan, de verdad que no lo entendemos. Antes,
mucho antes, debieron tomar buena nota de las justificadísimas demandas de los
conductores, que vienen avisando, por ejemplo, de que la presencia de vehículos
de gran tonelaje ha dejado de ser anecdótica para auparse directamente a los primeros
puestos de los que circulan normalmente; además, especialmente a partir de
ahora, con la incorporación de los vehículos agrícolas propios para la recogida
de la aceituna, no hace falta tener muchas entendederas para sospechar que la
situación adquiere perspectivas de lo que debe ser el infierno. A todo esto,
sumémosle las prisas, porque recordemos que esta carretera une dos ciudades que
demandan trabajadores en número importante y no siempre les sobra tiempo para
llegar al destino a la hora prevista. Así que la velocidad, enemiga directa de
la seguridad como todo el mundo sabe, acaba siendo determinante a lo largo de
todo el recorrido y, por tanto, generando peligro cada metro cuadrado.
Por todo esto, que vengan a
hablarnos de lo que los usuarios tienen grabado a fuego y no hacer referencia
al mal estado general de esta vía, de la necesidad de inversiones que demanda
para corregir sus defectos y quedarse exclusivamente en la represión, pues qué
quieren que les digamos, que no nos ha caído nada bien. Los conductores
conocemos muy bien cuáles son nuestras limitaciones, cuáles nuestras
obligaciones, y cuando se nos olvidan las pagamos bien, pero también nuestros
derechos y éstos están siendo pisoteados permanentemente por la falta de
respuesta oficial a la que están obligados los poderes públicos. La situación
de esta vía de comunicación está alcanzando niveles de cabreo popular que no
anuncian buenos presagios y sería bueno que los responsables directos de ella
se pusieran a trabajar cuanto antes en hallar las salidas airosas que se exigen
desde la propia carretera y que al menos anuncien, con algo de sentimiento si
es posible, que está previsto su arreglo. Es más, si no fuera porque el mundo
del automóvil no es precisamente un ejemplo de solidaridad y de unión ante los
abusos, otra sería la situación y perspectiva de la A-311. Una vez más nos
quedamos con la miel en los labios y con muchas ganas de seguir reclamando lo
que es nuestro, lo diga quien lo diga. Y si la reparación o el nuevo trazado no
es posible ahora, cuando el Consejero de Fomento es paisano de Alcalá la Real,
¿cuándo entonces?