miércoles, 22 de noviembre de 2017

ADEMÁS DE CATALUÑA, EXISTIMOS EL RESTO

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Cataluña, desde hace unos meses, acapara la atención mediática y tensión política del país. Sin embargo, el resto de las comunidades se mueven y algunas de ellas, además, con miles de personas en las calles reclamando lo que entienden que es suyo y de nadie más. Así, Murcia viene reclamando el soterramiento del AVE a su paso por la ciudad, que de otra forma la partiría literalmente en dos. La ciudad entera hizo suyo el problema y se unió en busca de una respuesta coherente del Gobierno que no acababa de llegar; ahora, luego de una gran manifestación por el centro de Madrid, luciendo pancartas con el mismo lema y con las gargantas rotas de gritar justicia, parece que han sido atendidas sus reivindicaciones y finalmente llegará el ferrocarril al centro de la ciudad, aunque sin influir en la dinámica y el paisaje de esa bella ciudad. O sea, que cuando se presiona, cuando la injusticia se hace visible, cuando la clase política se une en la consecución del objetivo compartido, casi siempre se consiguen las demandas. Otro tanto de lo mismo ha ocurrido en la comunidad valenciana, que ha salido a la calle en su propio territorio con una consigna concreta: la no existencia de diferencias en la financiación de las comunidades autónomas. El hecho de que el País Vasco haya conseguido una serie de prebendas económicas que les permitirán recibir más dinero del que aportan, ha sido la gota que ha colmado el vaso. Y todo por su apoyo a los presupuesto del Estado. A todo esto, como la situación catalana demanda también un especial y sensible planteamiento del trozo de la tarta por distribuir, los valencianos se han dicho aquello de ahora o nunca y aseguran no estar dispuestos a ser relegados en su asunto de tanta trascendencia social.

Por otro lado, Jaén también se ha centrado en su problemática y ha querido manifestar su justificada preocupación por cómo se desarrollan los acontecimientos ligados al desarrollo económico de la provincia. El que dio el primer paso fue Linares, que desplazó hasta Sevilla sus fuerzas vivas en busca de la solución al grave problema del paro que padece su territorio, tanto que por el momento es la ciudad española que registra más desempleo. Enseguida, como no podía ser de otra forma, la clase política del resto de la provincia se pone en marcha y decide citar a los representantes que están desplazados en Sevilla y en Madrid. Del todo no entendemos este encuentro, a no ser que se trate de los habituales postureos de la clase política, porque si a quienes votamos para que luchen por nuestros derechos, además, debemos recordárselo de vez en cuando, sinceramente no sé para qué nos sirven. Es más, a partir de ahora desconfiaremos del trabajo que aseguran desarrollan en parlamentos, senados y congresos. Qué tipo de información podemos proporcionarles a quienes precisamente elegimos para tal menester, para que llevaran hasta su lugar de trabajo la endémica situación de una provincia que está condenada a ocupar el último puesto del país en la totalidad de las comparaciones que hagamos. ¿Acaso se han olvidado de sus raíces y de las gentes de su tierra? Mal asunto, sin duda.


Resumiendo, que el que no llora no mama y nosotros hace años que dejamos el llanto para situaciones que nada tienen que ver con nuestro futuro. Es posible que si nos asomamos al patio en donde se reparte la tarta veamos con más claridad las razones del por qué somos tan apáticos y tan retraídos cuando de reclamar lo que nos pertenece se trata. Desde luego, por muchas reuniones de unos y de otros, como el pueblo no eleve su voz y se plante ante el más pintado y le pida explicaciones del por qué somos tan maltratados, poco cambiarán las cosas.